miércoles, 27 de mayo de 2015

EL SAFARI URBANO: ¡DE VIAJAR EN COMBI EN TRUJILLO…!


Viajar en combi en Trujillo es considerado turismo de aventura por los turistas...

¿Quién de nosotros, gente de pueblo que vive en Trujillo, no ha estado alguna vez a bordo de una combi. …?
            
Aquel vehículo de transporte público  fabricado para ocho personas. que traslada el triple en horas punta. “Si no. Toma tu taxi, compadre…”, como te dicen cuando reclamas.
             
Viajar en esos cilindros gigantes con ruedas resulta una sofocante aventura donde, nos convertimos en actores anónimos y sin libreto de una película jamás estrenada.
             
La odisea empieza cuando hay que correr hasta media pista para subir mientras un cobrador, casi siempre desaseado, vocifera la ruta y, de arranque, te tutea: ¿Vas…? ¡Súbelo…!
             
Enseguida realiza una escena de espanto. Con el carro en movimiento y, sin medir las consecuencias, cuelga el cuerpo al vacío estando la puerta  abierta llamando pasajeros.
             
No te sorprenda que las combis carezcan de panel de control, pasamanos y el chofer mire apenas hacia adelante entre tanta chuchería colgante.
             
Si los lentes ahumados y la gorra de última generación del piloto, te alucinan que haces el viaje de turismo de tu vida al lugar que siempre soñaste, te equivocas.
             
Recién te acomodas y cuando crees que pronto enrumbarás a tu destino, el vehículo se planta de golpe. En seco. “Como una mula”. ¿Qué pasó…?
             
Hizo el recorrido a velocidad infernal, “choteando” pasajeros en el camino, porque pagan menos que la multa por retrasarse, solo para marcar la tarjeta de control.
             
Ahora está adelantado y “hace hora”. Va despacio. Para a mitad de cuadra, aunque está prohibido,  para ver si “caen” más usuarios. Los de adentro, que esperen.
             
Respiras profundo llenándote de coraje. El fuerte calor transforma el interior en sauna rodante. Tratas de abrir la ventana, pero mueres en el intento. No se mueve.
             
"Estás hecho". El “tour” será entre aromas que no vienen en frasco. Y cuidado que quien vaya en el asiento delantero no se le ocurra alzar su brazo sobre el espaldar.
            
Te cubres la nariz y tu mano huele a fierro oxidado. Miras al techo sin tapiz. Al costado. A todos lados. Buscas ventilación y nada. Solo queda renegar para tus adentros.
             
Mientras tratas de aliviartr, se “planta” al costado un sujeto con las piernas abiertas que te arrincona o te deja al filo. Quedas al borde de la asfixia.
             
Entonces piensas que Elidio debería dictar una ordenanza sobre buenas prácticas en las combis. ¿Tú qué dices…? ¡Yo te apoyo…!
             
Pobre de ti si pasas por La Hermelinda, el Mayorista o cualquier mercado. La gente sube con bolsas, costalillos, cajas o algún animal vivo que colocan a la entrada, el pasadizo o sobre tus pies. Tu. “Suave, no más…”
             
El problema continúa al bajar. Tienes que elevar la pierna en cámara lenta  encima de los bultos. Y no vayas a pisar la mercadería. Te mencionan a toda tu familia y hasta le envían “condimentados saludos”.
             
Un súbito frenazo te lanza adelante y vuelves a la realidad. El chofer casi se pasa en rojo. En la esquina hay una mujer policía que “no atraca” y la papeleta es “dura”.
             
Si tienes la mala suerte de ir de pie. “Ya fuiste”. Tendrás que doblarte en dos. Como libro. Ahora sí. A mirar al suelo y agárrate de donde puedas.
             
Llegas a donde ibas. La hazaña termina. Pero, ya no eres el mismo. Estás medio sordo y atontado de la onda chicha, gritos, silbidos, bocinas y sirenas.
             
Aunque no te hayas dado cuenta ni lo sientas, sin moverte de tu sitio, ni hacer ejercicios, has bajado de peso a causa del susto y la transpiración.
              
Eso, y mucho más, identifican al pintoresco safari urbano que los extranjeros, que “no se chupan”, ven como turismo de aventura el viajar en combi en Trujillo…

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