Martín Belaunde, Nadine Heredia y Ollanta Humala...
Ocurrió lo que ningún ciudadano
peruano esperaba. Cuando faltaban pocos días para que Martín Belaunde Lossio
sea traído a Perú, para responder por las denuncias de corrupción en su contra,
huyó de Bolivia.
A pesar de la custodia policial que tenía
cumpliendo el arresto domiciliario en la ciudad de La Paz, desapareció sin que
nadie se percatara.
El primer pensamiento que brota es su
negativa a someterse a la justicia peruana lo que refuerza la idea que es
responsable de los hechos que se le imputa.
Por su parte, las autoridades
bolivianas califican el suceso de una “posible negligencia o complicidad”
Aunque entre la confusión por
averiguar la forma que abandonó el lugar que ocupaba, no faltó quien lanzó la
posibilidad de haber sido secuestrado.
Mientras el gobierno del Altiplano
anunció que interrogará a los custodios de Belaunde, desde Lima llegó ayer una
comisión de alto nivel y el jefe de la Interpol-Perú para indagar sobre los
pormenores.
Lo cierto es que la actitud de
Belaunde motivó una serie de conjeturas como que, cuando estuvo en el país no
se le trató como debiera.
Acuciosos recordaron que al
preguntársele sobre él a Ollanta Humala, éste contestó que había que tener
cuidado “porque tenía familia” y hasta se trató de someterlo a la colaboración eficaz,
pese a que no calificaba para ello.
Y lo más grave. Que se le dejó
escapar del Perú a pesar que se decía que todo estaba monitoreado para
capturarlo. Nunca se investigó a los responsables.
Producto del periodismo de
investigación realizado con anterioridad, revelo que el prófugo consiguió
millonarios contratos con cerca de una decena de gobiernos regionales posiblemente
con el apoyo de la pareja presidencial.
Aparte de quienes sostienen que en
la etapa inicial de su campaña, Humala recibió sustanciosos aportes de Belaunde
y su esposa firmó contratos de consultorías que no realizó.
No faltaron quienes mencionaron las
declaraciones que el prófugo dio a la prensa en el sentido que “si iba a la cárcel también lo haría Nadine
Heredia y Alejandro Toledo”.
Además, que la conducta del estado peruano
ante la justicia de Bolivia siempre fue cuestionable, pues inicialmente se dio
la posibilidad de la expulsión como ocurrió con Orellana, pero no se ejecutó.
Todo eso haría suponer que habría
recibido ayuda desde el Perú para huir y evitar declaraciones que podrían comprometer
a personajes importantes.
Al final, lo que queda de este
insólito hecho es la impotencia y desazón en el pueblo peruano porque se trunca
la oportunidad de aclarar muchas dudas e interrogantes.
Tal vez algún día Belaunde Lossio
sea traído a nuestra patria y declare la verdad que todos deseamos saber.
Sin embargo, por ahora, queda en el
paladar de la población peruana una ácida sensación de impunidad…
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