¿Es cierto que detrás de todo gran honmbre hay una gran mujer...?
El mismo día que el presidente asumió el poder, su esposa estuvo a lado suyo. Su sola presencia fue suficiente argumento para ocupar buena parte de las informaciones del día siguiente.
Ocurrió lo mismo en la juramentación de los flamantes ministros de estado y otras ceremonias más.
Hubo algunos viajes al extranjero y tampoco estuvo ausente. Incluso en el foro del APEC, ante una pregunta de los anfitriones, el mandatario respondió que era asistenta del gobierno.
Lo que colmó a los adversarios fue la misiva enviada al despacho de un ministro solicitándole informes sobre la situación de una laguna en la sierra.
Cierto día veía televisión con un grupo de amigos. De repente apareció el gobernante y alguien preguntó: ¿Y su esposa…?
La respuesta no se hizo esperar: “Debe estar detrás de la bandera…”. Arguyó jocosamente uno de los asistentes.
Es que la primera dama de la nación se ha convertido en la acompañante y consejera más cercana del actual presidente.
Muchos ven su presencia con muy buenos ojos. “Es una muestra de unidad familiar”, “ella se preocupa por los problemas del país”, “es una buena esposa”, sostienen.
En cambio otros, los de la oposición, consideran que debería reducir sus apariciones, tener un papel menos notorio. Colaborar si, pero mostrar un perfil bajo.
Es evidente que en el siglo XXI la mujer se ha abierto paso en diferentes ámbitos. Cada vez gana más espacios que antes le estaban vetados.
Por asociación, esto trae a colación el conocido proverbio que “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer…”
A propósito de la frase, circula en el mundo virtual de internet una historia que se le atribuye al presidente de un poderoso país.
El jefe de estado y su cónyuge acuerdan salir de la rutina y deciden comer en un restaurante no muy lujoso.
Acababan de sentarse cuando el dueño del local pidió permiso a los guardaespaldas para saludar a la esposa.
Alterninar la escena, el mandatario le pregunta sobre cuál era el interés de aquel hombre en saludarla.
-- Es que en la adolescencia estuvo muy enamorado de mí por mucho tiempo, respondió.
-- Entonces, si te hubieras casado con él serías la dueña del restaurante.
-- No --respondió enfática-- Él, sería presidente…
No hay comentarios:
Publicar un comentario