miércoles, 20 de febrero de 2008

EL MUNDO DEPENDE DE UN MISIL…


Con un misil se tratará de proteger a la humanidad del peligro que constituye el satélite L 21 que amenaza estrellarse contra la Tierra...


La aparente ficción se ha convertido en realidad.

La población mundial es protagonista del destino que tenga el misil que lanzará hoy la Marina de Guerra de Estados Unidos contra el satélite errante L 21.

Nos adelantamos al peligro que representa el domingo 27 de enero, en este blog, con el título de “La Amenaza Viene del Cielo”.

Es indudable que la carrera espacial ha motivado que varios países instalen aparatos artificiales en el espacio rodeando la Tierra.

Mucho están operativos. Cumplen su función a cabalidad. Otros permanecen inactivos formando la inmensa basura a la que también mencionamos en edición anterior.

Pero resulta que el L 21, del tamaño de un ómnibus y 2,270 kilos de peso, dejó de emitir señales hace un tiempo y, lo que es peor, no obedece los controles desde nuestro planeta.

Los científicos estiman que debe estrellarse sobre alguna parte del globo terrestre, a comienzos del mes de marzo.

Ante el riesgo inminente, el Pentágono ha decidido derribarlo, dejando suficiente tiempo para un posible segundo intento.

Según los voceros, el satélite constituye un daño potencial para el género humano por el gas tóxico, denominado hidracina, que contiene su tanque de combustible.

El objetivo es que el misil táctico impacte a doscientos cuarenta kilómetros de la superficie terrestre, antes que ingrese a la atmósfera.

En caso que no sea destruido totalmente, la misión es desviar su ruta hacia aguas marítimas para evitar víctimas.

Parece el argumento de una película, pero no lo es. Se trata de la pura realidad.

Hoy, la humanidad entera espera que el misil impacte con éxito en el blanco…


La aparente ficción se ha convertido en realidad.

La población mundial es protagonista del destino que tenga el misil que lanzará hoy la Marina de Guerra de Estados Unidos contra el satélite errante L 21.

Nos adelantamos al peligro que representa el domingo 27 de enero en este blog con el título de “La Amenaza Viene del cielo”.

Es indudable que la carrera espacial ha motivado que varios países instalen aparatos artificiales en el espacio rodeando a la Tierra.

Mucho están operativos. Cumplen su función a cabalidad. Otros permanecen inactivos formando la inmensa basura a la que también mencionamos en edición anterior.

Pero resulta que el L 21, del tamaño de un ómnibus y 2,270 kilos, dejó de emitir señales hace un tiempo y, lo que es peor, no obedece los controles desde nuestro planeta.

Según cálculos de los científicos, debe estrellarse sobre alguna parte del globo terrestre, a comienzos del mes de marzo.

Ante el riesgo inminente, el Pentágono ha decidido derribarlo, dejando suficiente tiempo para un posible segundo intento.

Según los voceros, el satélite constituye un daño potencial para el género humano por el gas tóxico, denominado hidracina, que contiene su tanque de combustible.

El objetivo es que el misil táctico impacte a doscientos cuarenta kilómetros de la superficie terrestre, antes que ingrese a la atmósfera.

En caso que no sea destruido totalmente, la misión es desviar su ruta hacia aguas marítimas para evitar víctimas.

Parece el argumento de una película, pero no lo es. Se trata de la pura realidad.

Hoy, la humanidad entera espera que el misil impacte con éxito en el blanco…

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