Resultó curioso. Como si
se hubiesen puesto previamentede acuerdo. Al ser
abordados por los periodistas,.todos contestaban igual.
Añadieron que la permanencia por mucho
tiempo de los presidentes regionales y alcaldes era la principal causa de los
actos de corrupción actualmente investigados.
Sin embargo, frescos están aún los
escándalos, prebendas, lobbies, repartijas, coimas y otros hechos cometidos por
ellos que exigieron la suspensión. Incluso
al desafuero.
También el cobarde recurso de
quienes se esconden tras la mal entendida inmunidad que debería desaparecer de plano tan
pronto como un representante es denunciado o investigado.
Lo cierto es que los parlamentarios
poseen numerosas e innecesarias prerrogativas que son muy bien aprovechadas
para beneficio personal.
Aparte está el envidiable sueldo y
las catorce remuneraciones anuales, diferente a
la gran mayoría, que convierte el cargo en una gracia que quisieran mantener
para toda la vida.
Por eso se explica que durante la
prolongada vigencia democrática del Perú existan legisladores con diez, veinte
o más años de permanencia en la curul. Toda una vida.
Para ellos el congreso se ha convertido
en su “fuente” de trabajo y bienestar permanente.
Gozan de asesores, movilidad,
refrigerios y otras gollerías más a costa del dinero que el pueblo peruano
aporta hasta en el momento de comprar una gaseosa.
Son los grandes afortunados de la
patria. Tienen propiedades y han asegurado su futuro y el de su familia solo por haber recibido el apoyo del pueblo en las elecciones.
Quienes en cada campaña electoral
invierten gran cantidad de dinero suyo o de otras personas comprometidas para
seguir viviendo de la política.
Claro que hay excepciones. Aquellos
que cumplen con su labor y trabajan presentando proyectos de interés nacional, pero
son los menos.
Ante ese panorama es comprensible
que los congresistas se resistan a aprobar una ley que prohíba su reelección.
Estarían “atentando” contra sus propios intereses.
Algo parecido a pedirles que se
disminuyan el salario mensual. Nunca lo harán.
Frente a su falta de voluntad,
interés, terquedad y renuencia, han aparecido colectivos que recolectan firmas
para plantear la no reelección a través de un referéndum.
Es posible que lo logren. Pero, al
margen del resultado que obtengan, desde ahora es necesario tener presente
algunos puntos.
En las últimas décadas el congreso
apenas supera el diez por ciento de aprobación ciudadana porque no representa
el sentir popular.
La no reelección se puede lograr en forma simple. La solución la tenemos en nuestras
manos al momento del sufragio.
Si no se quieren ir mediante una ley, cuando en los comicios aparezcan las
mismas caras invocando por un voto. ¡No los reelijamos…!
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