“Solo cabe progresar cuando se piensa
en grande. Solo es posible avanzar,
cuando se mira lejos…”
(José Ortega y Gasset)
Es costumbre de nuestros gobernantes inundarnos con mensajes subliminales diversos, indicando que el Perú avanza a pasos acelerados lo que, en realidad, no es una verdad absoluta.
La explicación es sencilla. Porque al comparamos con los países desarrollados, la situación en que estamos no resulta del todo satisfactoria.
Lo cierto es que en el tiempo que nosotros damos un paso adelante, ellos han dado cincuenta o, tal vez, cien.
En esas condiciones, la abismal distancia que nos separa se ensancha o, con un poco de suerte, se mantiene.
La razón fundamental del despegue obedece a que los entes rectores de las grandes potencias se encaminan constantemente a perfeccionar sus estándares tecnológicos.
Esta fotografía, capturada en una de las innumerables y transitadas avenidas de Tokio, la capital más poblada del orbe, demuestra el admirable progreso logrado por Japón en seguridad vial.
En plena carretera se realizan trabajos subterráneos de electrificación, entonces son utilizados los más sofisticados recursos para prevenir accidentes.
Destacan entre ellos enormes señales brillantes de colores distinguidas a distancias mayores a los cien metros, que se combinan con una sucesión de barreras metálicas.
Como la noche es muy avanzada y sería sacrificado destacar a un hombre que indique la vía adecuada, se ha recurrido a un robot.
Si. Lo que usted, amigo lector, observa en la escena es un autómata de tamaño natural con uniforme, casco y cintas iridiscentes en el pecho.
El original personaje moviliza las manos señalando a los conductores el camino correcto y seguro que deben seguir.
Y mientras en Trujillo, desde hace años, no sabemos que hacer para ordenar el tráfico vehicular y seguimos esperando que se coloquen los semáforos inteligentes, al otro lado del mundo las metrópolis se encaminan a velocidad supersónica.
Todo ello como producto del esfuerzo de su gente, del trabajo coordinado de las autoridades, de la honestidad y la práctica, en grado sumo, de los valores por parte de los políticos y funcionarios.
A eso se le añade el estudio, la dedicación y el deseo constante de ser mejores de los ciudadanos, el resultado inmediato será el verdadero desarrollo de un pueblo.
¿Podremos, algún día, seguir su ejemplo...?
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