La televisión peruana debe mejorar sus programas..
Hace poco más de una semana se desató en el país una verdadera polémica a raíz de la reclusión en el penal de una conductora de televisión.
Perdió un juicio por difamación y, por ser reincidente, se optó por condenarla a cinco meses de prisión. Aparte de tener más de una docena de procesos por delitos similares.
Como era de suponer, la prensa dedicó grandes espacios para informar sobre los pormenores del caso.
Desde el comienzo se formaron dos sectores. Uno a favor de la periodista y otro, en contra.
Los primeros sostienen que la libertad de prensa está en peligro y los otros, que eso ocurre por no respetar la intimidad y honor de las personas.
Al margen del suceso en sí mismo, analizamos rápidamente el contenido de los programas que emiten los canales de la televisión en el Perú.
Aparte de los noticieros que se trasmiten de lunes a viernes, que no aparecen para nada los sábados y los domingos por la noche lanzan especiales, el resto es casi nada.
Las programaciones se cubren con espacios banales. Musicales, telenovelas que perfeccionan a los jóvenes a ser infieles e intrigantes y espectáculos.
Dentro de estos últimos se encuentra el que dirige la controvertida periodista, ahora en prisión y un escritor que tiene como argumento principal sostener que es homosexual.
Esa es la razón por la cual un obispo acaba de calificarlos de “vendedores de basura”. Su punto de vista es acertado, aunque habría que incluir también a la mayoría de programas de la televisión nacional.
Tampoco se equivoca al sostener que no ayudan en lo más mínimo a crear conciencia, ni promover corrientes de opinión. Y es allí donde radica la deficiencia.
En una época como la actual, la pantalla chica podría servir para difundir espacios que ayuden a los padres en la educación de sus hijos destacando la importancia del culto a los valores, tan venidos a menos últimamente.
Recrear sin mancillar la dignidad ajena, difundir las riquezas de nuestra patria y personajes de renombre, normas de conducta, el saludo, la cordialidad, el respeto y, sobre todo, decir la verdad y ser honestos, serían los temas de cada día.
Ojalá que todo lo ocurrido sirva para mejorar en el futuro las programaciones televisivas. Lo esperamos con suma ansiedad…
Hace poco más de una semana se desató en el país una verdadera polémica a raíz de la reclusión en el penal de una conductora de televisión.
Perdió un juicio por difamación y, por ser reincidente, se optó por condenarla a cinco meses de prisión. Aparte de tener más de una docena de procesos por delitos similares.
Como era de suponer, la prensa dedicó grandes espacios para informar sobre los pormenores del caso.
Desde el comienzo se formaron dos sectores. Uno a favor de la periodista y otro, en contra.
Los primeros sostienen que la libertad de prensa está en peligro y los otros, que eso ocurre por no respetar la intimidad y honor de las personas.
Al margen del suceso en sí mismo, analizamos rápidamente el contenido de los programas que emiten los canales de la televisión en el Perú.
Aparte de los noticieros que se trasmiten de lunes a viernes, que no aparecen para nada los sábados y los domingos por la noche lanzan especiales, el resto es casi nada.
Las programaciones se cubren con espacios banales. Musicales, telenovelas que perfeccionan a los jóvenes a ser infieles e intrigantes y espectáculos.
Dentro de estos últimos se encuentra el que dirige la controvertida periodista, ahora en prisión y un escritor que tiene como argumento principal sostener que es homosexual.
Esa es la razón por la cual un obispo acaba de calificarlos de “vendedores de basura”. Su punto de vista es acertado, aunque habría que incluir también a la mayoría de programas de la televisión nacional.
Tampoco se equivoca al sostener que no ayudan en lo más mínimo a crear conciencia, ni promover corrientes de opinión. Y es allí donde radica la deficiencia.
En una época como la actual, la pantalla chica podría servir para difundir espacios que ayuden a los padres en la educación de sus hijos destacando la importancia del culto a los valores, tan venidos a menos últimamente.
Recrear sin mancillar la dignidad ajena, difundir las riquezas de nuestra patria y personajes de renombre, normas de conducta, el saludo, la cordialidad, el respeto y, sobre todo, decir la verdad y ser honestos, serían los temas de cada día.
Ojalá que todo lo ocurrido sirva para mejorar en el futuro las programaciones televisivas. Lo esperamos con suma ansiedad…
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