miércoles, 19 de agosto de 2015

LOS JÓVENES: ¡Y DOS GRACIOSAS ANÉCDOTAS…!

Salón Huanchaco del hotel Libertador, escenario del taller para periodistas...

                                                                                                             “Adquirir determinados hábitos  desde la juventud  tiene 
importancia absoluta…”

(Aristóteles)
     
Nadie duda que la juventud sea la etapa más linda y feliz de la vida de las personas. ¿Quién no guarda gratos recuerdos de ella…?.
             
Por lo general, es el tiempo en el que empezamos a trabajar. Al ganar dinero por nuestra parte. Nos desprendemos del hogar y elevamos “alas al viento”, como dice el poema.
             
Sin embargo, debemos reconocer que es el período de aprendizaje en cada nueva experiencia que nos brinda la convivencia con los demás.
             
Durante ese recorrido, en ocasiones, nos convertirnos en protagonistas de sugerentes ocurrencias como las que referimos enseguida.
             
Cierta mañana de julio pasado, el ministerio de Energía y Minas organizó un taller para periodistas sobre el ABC del Impacto Ambiental en Minería  en el salón Huanchaco del hotel Libertador.
             
Al término de la exposición, Guillermo Shinno, viceministro del ramo solicitó a los asistentes formular las preguntas de rigor para absolverlas.
             
Empezó la rueda un jovencito que estaba sentado en primera fila. Se puso de pie, dio su nombre y solicitó la palabra iniciando con los siguientes términos:
            
-- “Soy de radio xx FM la mejor emisora de Trujillo…” y otros inoportunos argumentos.
             
Craso error. Si el reportero pertenecía a una referida empresa, no era él quien debería expresarse de esa manera. Jamás uno mismo puede hablar de sus propias bondades o las preferencias de los oyentes.
             
Dejar que lo diga la gente, pero no uno de sus miembros, era lo aconsejable. ¿Y la modestia…? Conste que se trataba de un egresado de la universidad.
             
Aunque debemos aceptar que existen aspectos que no se aprenden en el colegio, ni siquiera en la educación superior, sino en el hogar.
             
Otro día, fui a cargar mi celular a un mini market del centro. Como de costumbre, entregué mi tarjeta al cajero y, en una cartulina grande, visibles a simple vista, el número  y la compañía telefónica.
             
Luego de marcar las cifras en el ordenador,  me solicitó la firma a la que correspondía el móvil
             
-- Está escrita a lado del número, respondí.
             
Después me dirigió la mirada y volvió a preguntarme:
             
-- ¿Y para qué me da la tarjeta…?
            
-- ¡Para aumentar mis puntos…!, acoté.
             
El chico estaba pensando en otra cosa, no sabía lo que hacía o no puso atención a las instrucciones de sus superiores.
             
Estamos seguros que se trata de casos aislados o son la excepción. Porque los jóvenes de hoy son mucho más despiertos y “avispados” que los de antes.
             
Pero, por su autenticidad invitan a reflexionar. Al final, quedan como dos graciosas anécdotas…                       

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