Uno de los tantos problemas sin solución existentes en Trujillo es el persistente sonido de las bocinas de los vehículos en pleno centro histórico.
No sólo eso. Todos los taxis y unidades particulares, poseen y utilizan sirenas para anunciar su presencia, lo que resulta inadmisible.
Simplemente porque son innecesarias dentro del radio urbano debido a su poder contaminante y por atentar contra la tranquilidad de las personas.
Y peor aún, porque los conductores de taxis tocan el claxon de manera contínua durante todo el día y casi por gusto,como una forma de llamar la atención de potenciales clientes.
Conste que este comportamiento no se produce en las ciudades de los países desarrollados. En las grandes metrópolis no se escuchan bocinas.
Frente a este atropello público, recordamos que existen normas y una ordenanza municipal que multan a los choferes que abusan de las bocinas y sirenas.
Sin embargo, parece que no se aplican porque el problema subsiste.
La municipalidad local ha realizado campañas cívicas de concienciación contra los ruidos molestos que fatalmente no han tenido el éxito deseado.
Sólo queda en la educación, la conciencia y el sentido común de los choferes actuar con corrección.
Los trujillanos están mortificados por los gases tóxicos de los miles de autos viejos en circulación y estresados por la contaminación sonora.
Por eso expresan su protesta contra la inconsciencia de los pilotos y la pasividad de las autoridades para aplicar las leyes.
Cansados y aburridos, los vecinos sólo quieren paz y respeto a su persona y sus familiares. Les damos la razón…
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