La imagen es tan objetiva que evita cualquier comentario...
Muy
a nuestro pesar, hay que decirlo. Trujillo, respecto al transporte
público de pasajeros, en lugar de avanzar, ha retrocedido.
A comienzos de la década del sesenta del siglo
pasado, aparecieron las dos primeras líneas para cubrir ese servicio.
Pertenecían a la empresa Zarzar que
tenía su base de operaciones en la avenida Carrión.
Eran flamantes ómnibus. De estreno.
Amplios y cómodos. De dos colores definidos e inconfundibles. Azul y verde con
blanco.
Una línea recorría la ciudad de sur
a norte y la otra, de oeste a este. Eran suficientes. El crecimiento
demográfico de entonces no exigía más.
Cada unidad tenía sobre sus amplias
ventanas un timbre o un cordón, según las recomendaciones vigentes.
La persona que deseaba bajar,
oprimía el botón o jalaba la cuerda una cuadra antes. Sonaba un timbre y el
vehículo paraba en la siguiente esquina.
Los buses transitaban a una
velocidad moderada y los pasajeros recibían un tique como comprobante de haber
cancelado.
Cada cierto tramo subía un inspector
que solicitaba el boleto para verificar el pago y le hacía un pequeño agujero
con un instrumento manual.
En los años ochenta aparecieron los cómodos
buses de ENATRU cuyo servicio era muy similar a la tradicional compañía
trujillana.
Estas unidades, también modernas, se detenían ordenadamente cada dos cuadras para permitir
subir y bajar a los usuarios. Fatalmente, duraron poco.
Ahora. Cerca de cuarenta años después. En
la era del internet y el celular. Contra todo lo imaginado, hemos retrocedido
en tan importante rublo.
Otras ciudades de Latinoamérica, que
en ese entonces eran semejantes a Trujillo, son hoy verdaderas metrópolis.
Nosotros ni siquiera nos quedamos con lo avanzado. No. Hemos regresado a la época de la carreta.
Nosotros ni siquiera nos quedamos con lo avanzado. No. Hemos regresado a la época de la carreta.
¿No lo creen…? Párense en cualquier
intersección de las avenidas España o América y compruébenlo. ¿Qué nos pasó…?
Desinterés. Falta de autoridad. Pérdida
de los valores. Demasiada migración. O lo que sea. En transporte público
estamos en nada.
Una de las más graves muestras del
caos vehicular en Trujillo es la pésima costumbre de detener los vehículos en
cualquier lugar.
Y, en el colmo del desprecio a las
normas de tránsito y municipales, este riesgoso desatino se realiza
hasta en el cruce de dos avenidas.
¿Más peligro…? Imposible. ¡Miren la
foto…!
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