Los circunloquios son frecuentes en las intervenciones de Ollanta Humala...
“El
talento más valioso es aquel
que
nunca utiliza dos palabras,
si
con una es suficiente…”
(Thomas Jefferson)
No sabemos cuándo comenzó
esa pésima costumbre. Pero como, casi siempre, “lo malo se aprende y lo bueno
se olvida”, ahora muchos hablan así.
Nos referimos a las expresiones
“peruanos y peruanas”, “ciudadanos y ciudadanas”, “compañeros y compañeras”,
“padres y madres”, “niños y niñas”, el colmo de “”otros y otras” y muchas similares
más.
Haciendo un poco de memoria, estos
términos dobles empezaron a ser usados por los políticos (¡Cuándo no…!), hace
algún tiempo.
Lo inadmisible e irónico es que
ahora se utilizan en las entidades públicas, privadas, centros educativos y hasta
en los discursos vecinales y de barrio.
Para empezar. El criterio básico del
español, o cualquier lengua viva, es la economía y la simplificación.
Incluso, gramaticalmente, se hace
mención a la “ley del menor esfuerzo” que consiste en emplear los vocablos
justos. Lejos del insoportable “palabreo”.
Ser fácil, corto y exacto, es el
objetivo fundamental del mensaje que busca obtener la máxima comunicación con
el mínimo trabajo posible.
Con este criterio, resulta absurdo utilizar
dos palabras cuando se puede citar solo una, porque eso basta para ser
entendido.
Lo que en la actualidad preocupa a
la Real Academia Española de la Lengua es el desdoblamiento innecesario del sustantivo
en su forma masculina y femenina.
Decir: “llevaré los niños y las
niñas al colegio” en lugar de “llevaré los niños al colegio”, resulta empobrecedor,
artificioso, ridículo y tonto, según los académicos.
Ese mal uso del idioma recibe el
nombre de circunloquio, figura retórica que consiste en expresar mediante
rodeos lo que se puede decir en forma breve, directa y simple.
Lástima que en el Perú nos hayamos
dejado arrastrar por lo incorrecto. Pues, además de los políticos y la gente,
constituye la técnica lingüística por excelencia del presidente de la
República. ¿Y sus asesores…?
Felizmente, es loable saber
reconocer nuestros errores y corregirlos.
Recordemos que frente a las palabras
de más, está el laconismo, la brevedad, la precisión, la concisión y la
claridad.
Y, para no olvidar la lección. Una
frase del sabio Albert Einstein, considerado como el científico más importante
del siglo XX: “Hazlo simple. Tan simple como sea posible. Pero, no más…”
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