¡Orden,
silencio y calma en las calles y avenidas…!
Sector de la transitada
avenida América que luce desierta al promediar el mediodía el último Viernes
Santo.
Una vez más, en un sereno ambiente
de recogimiento y reflexión, la población de Trujillo vivió la Semana Santa que
rememora la pasión y muerte de Cristo en la cruz.
Jueves y viernes la totalidad de las
oficinas estatales y la mayoría de las privadas cerraron sus puertas. No hubo
atención al público.
Mientras algunas personas decidieron
salir de paseo o visita, otras prefirieron quedarse en casa y pasarla en
familia.
Estas circunstancias motivaron que
las calles y avenidas de la ciudad
lucieran desiertas en relación con el resto de los días del año.
El porcentaje de circulación de los
vehículos del servicio público y particular se redujo al grado mínimo. Al
extremo que se vieron muy pocos.
Las imágenes que publicamos
constituyen la más clara muestra de lo expresado.
Durante dos días, las principales
arterias de Trujillo estuvieron libres y ordenadas. En completa calma y
tranquilidad.
Son las once de la mañana y
la avenida Túpac Amaru está completamente vacía. Ni siquiera hay gente.
No hubo la angustia de las “horas
punta”, la desesperación de las congestiones vehiculares, ni el desconcertante
caos que trastorna el estado de ánimo de la gente.
Tampoco se violaron las reglas de
tránsito. Los pocos choferes que estuvieron al timón respetaron la luz de los
semáforos y ninguno se estaciono sobre
las líneas peatonales.
Este ejemplar accionar contagió a
los pilotos de los contados taxis, que abusaron con los pasajes, colectivos,
microbuses y combis que salieron a cubrir sus rutas.
Como si les hubiesen lavado el
cerebro o el cielo los hubiera iluminado en los días santos, circularon con
toda normalidad. Su comportamiento fue correcto.
Nadie apretó el acelerador. Se
detenían el tiempo necesario para que los usuarios suban o bajen y hasta se les
vio más aseados.
Aunque parezca mentira, no hubo la
peligrosa competencia entre unidades, ni las estridentes bocinas y sirenas que
alteran los nervios del más indiferente.
Y, como si la varita mágica del
cuento de hadas los hubiese tocado, los cobradores dejaron de vociferar como
acostumbran.
Ninguno golpeó las latas laterales
de sus destartalados carros. Los mortificantes silbidos quedaron olvidados en el
último rincón de sus casas.
Los pasajeros viajaron con comodidad
porque hasta los innecesarios parlantes que tienen instalados sonaron la música
a bajo volumen.
Fueron cuarentaiocho horas de orden,
paz y sosiego en las pistas que la colectividad trujillana quisiera observar siempre.
Recuerden que la velocidad ha
causado fatales accidentes en nuestro medio y, en ciertas ocasiones, los
transportistas no se ciñen a las reglas.
Entonces. ¿Por qué no cambian su
equivocada conducta y mala manera de actuar…?
Cruce de dos avenidas en una
normalmente concurrida zona de Trujillo. El panorama es desolador por Semana
Santa. Parece otra ciudad.
La armonía y quietud de la Semana Santa demostró que todo depende de los choferes y cobradores. A ellos, como en el fútbol, les diremos que “¡Sí se puede…!”.
Cada mañana. Antes de entrar al
servicio, reúnanse. Hagan la promesa de trabajar con respeto, honestidad y
decoro. Distínganse por eso.
Ustedes se deben al público.
Trátenlo bien. Ayúdenlo a ser disciplinado en el uso de las esquinas como
paraderos hasta que la municipalidad señale los lugares fijos.
No esperemos que lo haga el
municipio o la policía. Ustedes constituyen una parte fundamental en el
transporte de pasajeros.
Tomen la iniciativa o la batuta. No
se dejen arrastrar por la indiferencia y el: “¡A mí qué me importa…!”
Sepan que nos interesa a todos. El
mensaje alcanza igualmente a los directivos de las empresas que agrupan las
distintas líneas.
El ordenamiento del transporte
público es posible. Pongan ustedes desde
ahora la parte que les corresponde. ¿Por qué no…?
Lo que resta, déjenlo a las
autoridades y los usuarios. Háganlo por Trujillo que se merece una mejor imagen
de la que en la actualidad presenta.
Al final, todos saldremos favorecidos…
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