Hechos de violencia con fatales consecuencias han ocasionados las barras de los equipos de fútbol en el Perú...
Nadie duda que el deporte sea la más
exquisita actividad del ser humano para ejercitar el cuerpo y tener la mente
limpia y despejada..
A nivel particular tiene carácter
recreativo, pero por sus características propias alcanza el ámbito competitivo.
Por eso existen justas
internacionales que cuentan con la participación de todas las naciones del
planeta y consagran a los mejores.
Dentro de esas disciplinas destaca
el fútbol. El “Deporte rey”. Que desata pasiones y justo en junio tiene su campeonato
mundial en Brasil.
Asistirán los máximos exponentes del
balompié luego de agotadoras eliminatorias previas. Nosotros, continuamos
relegados.
Cada país envía a los más notables
futbolistas que salen de los clubes que intervienen en sus torneos nacionales.
Aquí, los equipos, por tradición o
trayectoria, cuentan con simpatizantes que van cada fin de semana al estadio
para alentar a sus preferidos.
Estos aficionados acuden por
separado y se reúnen en un sector de las tribunas para alentar y aplaudir.
Sin embargo, también figuran los hinchas,
reconocidos o no por la institución, que se juntan en grupos para recorrer las
calles rumbo al estadio.
Por lo general, la directiva les
entrega una cantidad determinada de entradas para ingresar gratuitamente.
Ocurre que, en el Perú, estos jóvenes
lanzando vivas y provistos de
banderolas, en ciertas oportunidades, causan destrozos a la propiedad privada.
Viviendas, vehículos y todo lo que
aparezca en su camino puede ser producto de su insania.
El peligro acecha cuando los
simpatizantes de un equipo se encuentran con los del ocasional adversario.
Los resultados son impredecibles.
Muertos y heridos se han producido en esas circunstancias.
Hace dos días, la barra de un
popular cuadro peruano se trasladaba con dirección al Monumental de Ate, en
Lima.
Faltando solo dos cuadras para
llegar, una reyerta entre ellos mismos originó el deceso de un joven de
diecinueve años víctima de un balazo.
Hay varios puntos que tratar sobre
esta desgracia y la violencia que nos agobia. Uno vital es la alarmante facilidad
con que se portan armas en el país.
Algo debe hacerse para evitarlo.
Pero, de inmediato. El pueblo exige acción eficaz en beneficio de la seguridad
y la paz que nos merecemos.
Al unísono, el clamor ciudadano
dirigido al Ejecutivo y al Congreso es: ¡Actúen, caramba…!
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