Juan Pablo II: ¡Bendice a la gente de Trujillo y tráenos la paz...!
“La paz exige cuatro condiciones
esenciales: amor, libertad,
verdad y justicia…”
(Juan Pablo II)
Millones de feligreses de la iglesia Católica celebran la beatificación de Juan Pablo II, el Papa Peregrino, el Papa Amigo.
Su sucesor Benedicto XVI acaba de dar el primer paso hacia la canonización del religioso más representativo del siglo XX.
Juan Pablo II se distinguió por ser un ejemplo de vida, humildad, sacrificio, capacidad de perdón y amor al prójimo.
No obstante, nosotros lo recordamos con excepcional estima porque fue el único pontífice que visitó dos veces el Perú. En 1985 y 1988.
Justamente en la primera oportunidad recorrió varias ciudades del interior del país. Entre otras, estuvo en Ayacucho durante la trágica época del terrorismo dejando este mensaje:
-- No tengáis miedo. No os dejéis abatir por el dolor que pesa sobre vuestras vidas…
Y en Iquitos, donde se acuñó la frase: “El Papa se siente charapa…”
También llegó a Trujillo y compartió con nosotros. Fue el 4 de febrero de 1985 cuando, en horas de la mañana, arribó al aeropuerto de Huanchaco ante una fervorosa multitud.
La población entusiasmada formó cordones humanos por todo su recorrido hasta converger en el óvalo Papal para darle la bienvenida y recibir su bendición.
Fue aquí donde la ciudadanía emocionada, derramando lágrimas al momento de despedirse, atinó a instarle al unísono: ¡Que se quede…! ¡Que se quede…!
Era la época en que nuestra ciudad se distinguía por ser una de las más apacibles del territorio nacional.
Por las calles del centro y las urbanizaciones se podía caminar sin el menor peligro a cualquier hora del día y la noche.
No había necesidad de incrementar el número de efectivos policiales y la cárcel tampoco experimentaba problemas de hacinamiento.
Fatalmente, en apenas un cuarto de siglo mucho ha cambiado, El desarrollo socio-económico de la zona, la benignidad de las leyes y factores coadyuvantes, transformaron el panorama de tranquilidad y orden que nos caracterizó.
Ahora que Juan Pablo II ha sido beatificado y se enrumba a su santificación, los trujillanos acudimos ante él y le hacemos una sola súplica.
Es un ruego unánime que sale de lo más profundo de nuestro corazón: para terminar con los signos de violencia.
Juan Pablo II. Tú que un día te posaste sobre esta bendita tierra de promisión. Tú que nos conoces bien. Hoy que acompañas al Señor en su sacrosanto reino, te imploramos:
¡Derrama en su gente tus bendiciones y trae a Trujillo la anhelada paz…!
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