El Reino Unido, que ocupa las islas Malvinas desde 1833 y Argentina, se enfrentaron en guerra por la soberanía del archipiélago, en 1982.
En una de las tantas contiendas marítimas, el crucero General Belgrano fue hundido en el Atlántico sur por el ataque del submarino nuclear británico Conqueror, el 2 de mayo de ese año.
Trescientos veintitrés marinos de inmortalizaron en la nave gaucha. Entre ellos, el subteniente Antonio Javier Ojeda.
Hace dos años, su hermana Keli quien lo recuerda hasta ahora, le escribió una carta póstuma como homenaje. La introdujo en una botella y la arrojó al mar.
Este fin de semana, un pescador chileno halló el envase, que flotaba en la inmensidad del océano, en el canal de Beagle.
Parte de la misiva, que acaba de ser reproducida por el diario Clarín de Buenos Aires, es incluida a continuación.
Muy querido hermano Javier:
Escribo esta carta sabiendo que nunca la leerás. Te imagino llegando a tu hermoso barco con tus amigos. Pero lo más doloroso, es imaginarte partiendo por este canal y no regresar.
Tú tienes el mar argentino como tumba y tu nombre está en muchos monumentos. Eres mi héroe muerto, pero yo preferiría a un hombre más…Olvidé decirte ciertas cosas.
Creo que nunca supiste que eras mi ídolo, que de chica me maravillaban tus explicaciones sobre el universo y de grande elegiste a la mujer más buena para que fuera mi cuñada. Ella mantuvo la familia unida y siempre la voy a querer mucho.
Dicen que la guerra terminó en 1982, pero para nosotros no, porque faltas tú…
Mañana echaré flores al mar y rezaré por ti
Te quiere mucho:
Keli
El mensaje es muy conmovedor. No podría esperarse menos de quien pierde súbitamente al hermano que entregó la vida por su Patria.
Constituye también una patética evidencia de las trágicas y funestas consecuencias que generan los enfrentamientos entre naciones.
En la Guerra de las Malvinas murieron doscientos cincuenticinco militares británicos y seiscientos cincuenta argentinos.
La carta de Keli es el testimonio viviente del profundo e inconsolable dolor causado por las disputas internacionales en los seres humanos.
Esperamos que en un futuro, que fatalmente no vemos cercano, la humanidad logre vivir en el ambiente de paz que todos, o casi todos, ansiamos fervientemente…
En una de las tantas contiendas marítimas, el crucero General Belgrano fue hundido en el Atlántico sur por el ataque del submarino nuclear británico Conqueror, el 2 de mayo de ese año.
Trescientos veintitrés marinos de inmortalizaron en la nave gaucha. Entre ellos, el subteniente Antonio Javier Ojeda.
Hace dos años, su hermana Keli quien lo recuerda hasta ahora, le escribió una carta póstuma como homenaje. La introdujo en una botella y la arrojó al mar.
Este fin de semana, un pescador chileno halló el envase, que flotaba en la inmensidad del océano, en el canal de Beagle.
Parte de la misiva, que acaba de ser reproducida por el diario Clarín de Buenos Aires, es incluida a continuación.
Muy querido hermano Javier:
Escribo esta carta sabiendo que nunca la leerás. Te imagino llegando a tu hermoso barco con tus amigos. Pero lo más doloroso, es imaginarte partiendo por este canal y no regresar.
Tú tienes el mar argentino como tumba y tu nombre está en muchos monumentos. Eres mi héroe muerto, pero yo preferiría a un hombre más…Olvidé decirte ciertas cosas.
Creo que nunca supiste que eras mi ídolo, que de chica me maravillaban tus explicaciones sobre el universo y de grande elegiste a la mujer más buena para que fuera mi cuñada. Ella mantuvo la familia unida y siempre la voy a querer mucho.
Dicen que la guerra terminó en 1982, pero para nosotros no, porque faltas tú…
Mañana echaré flores al mar y rezaré por ti
Te quiere mucho:
Keli
El mensaje es muy conmovedor. No podría esperarse menos de quien pierde súbitamente al hermano que entregó la vida por su Patria.
Constituye también una patética evidencia de las trágicas y funestas consecuencias que generan los enfrentamientos entre naciones.
En la Guerra de las Malvinas murieron doscientos cincuenticinco militares británicos y seiscientos cincuenta argentinos.
La carta de Keli es el testimonio viviente del profundo e inconsolable dolor causado por las disputas internacionales en los seres humanos.
Esperamos que en un futuro, que fatalmente no vemos cercano, la humanidad logre vivir en el ambiente de paz que todos, o casi todos, ansiamos fervientemente…