La máquina de escribir perdió vigencia hace varios años. Pero, en una calle de Trujillo, Perú, se sigue utilizando...
El descomunal adelanto tecnológico
de la humanidad, aunque no vaya de la mano con el desarrollo espiritual del
hombre, ha superado la imaginación.
La muestra más clara está
evidenciada por la aparición del celular y la computadora. Por mencionar solo
dos casos.
El bendito teléfono móvil se ha
convertido en el principal aditamento de las personas en todo el mundo.
Casi nadie se resiste a salir de su
casa sin estar seguro de llevarlo consigo. Forma parte de su vida. O, es su
vida.
Y no solo en el bolsillo. Sino más
aún, en la propia mano derecha. Aquella que utilizamos para el menor
movimiento.
Por eso, es habitual ver al joven
que aprisiona el celular más fuerte que la mano de su pareja, mientras goza
hablando con otra persona.
El liviano y multifacético ordenador
y su aliado el internet, no se queda atrás. Está en todas las dependencias y
oficinas.
Su disco duro contiene la historia
de la empresa o institución cualquiera. Con el más mínimo de los detalles. Nada
falta.
Aún más, se puede acceder a esos
datos con un clic en apenas un instante y hasta darse el gusto de tenerlo
impreso de inmediato.
Qué decir de los mensajes y fotos
que pueden enviarse y recibirse en segundos desde el lugar más recóndito del
planeta.
Justamente la computadora desplazó a
la tradicional y ya olvidada máquina de escribir.
Aquel enorme y pesado aparato de
teclas en escalera y letras con bastones móviles que pasando sobre una cinta
enrollada impregnaban el escrito en un papel que giraba sobre un rodillo.
Es probable que muchos niños de hoy,
no la conozcan. Hace mucho
desaparecieron del mercado. Peor, no se venden en los centros comerciales.
No obstante, en Trujillo una de las
más importantes ciudades del Perú, aún se utilizan las máquinas de escribir.
En plena calle. En la cuadra cuatro
de Gamarra, a espaldas de la plaza de Armas, todas las mañanas dos hombres las
usan provistos de una silla y una mesa.
Ellos ofrecen el servicio de
escritura de documentos al paso para quien lo necesite con urgencia.
Cobran unos cuantos soles por su trabajo y
consideran que tendrán ocupación mientras haya gente que los requiera.
Es la máquina de escribir que perdió
vigencia en el resto del mundo hace años pero, en Trujillo, se resiste a morir…
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