viernes, 3 de junio de 2011

SEGUNDA VUELTA: ¡PERÚ SE JUEGA SU DESTINO…!



Perú, con más de treinta millones de habitantes y cerca de dos siglos de vida republicana, va mañana a las urnas para elegir un nuevo mandatario.

Luego de la primera vuelta electoral quedaron dos postulantes entre uno de los cuales recaerá la enorme responsabilidad de guiar nuestro destino.

Por primera vez en la historia, una dama y un hombre disputan el sillón del palacio de gobierno empeñados en alcanzar una tarea que no es fácil.

Al contrario, hay que desplegar un esfuerzo extraordinario para contribuir al verdadero desarrollo del país que aún adolece de muchas deficiencias.

Los ciudadanos debemos recordar que en el instante culminante de emitir nuestro voto estamos asumiendo, en forma personal, el enorme compromiso de definir nuestro futuro.

Según la opinión de los analistas, después de muchos años, hemos llegado a una final muy reñida en la cual las preferencias están repartidas casi por igual.

Las reglas democráticas nos han colocado en esta situación y sólo la definirá el voto mayoritario.

En consecuencia, habrá un ganador y alguien quien pierda. Pero, por el veredicto popular. Por lo tanto, nuestro deber será de aceptación y respeto. Pensemos que primero está el Perú.

Al comienzo será difícil para los simpatizantes que no alcanzaron colmar sus aspiraciones, sin embargo, debe imponerse la sensatez y la razón.

Nada de protestas, ni descalificar la victoria de uno u otra. Todo el proceso está perfectamente supervisado por veedores nacionales y extranjeros que garantizan el orden y transparencia del proceso.

Por su parte, el triunfador debe comprometerse a cumplir por completo las normas de la democracia. Aquellas que le permitieron ungirse en la presidencia.

Los programas de gobierno de ambos candidatos coinciden en incentivar el progreso, combatir la corrupción y la violencia que amenaza cada día más a la sociedad, así como promover la inclusión social.

Sería lo ideal que, luego de los resultados oficiales, quien no logró su cometido extienda su brazo de apoyo al vencedor. Aunque para eso se necesita tener un corazón de excepcional desprendimiento y nobleza.

Los comicios constituyen apenas una etapa en el devenir de la nación. La vida continúa.

Mientras que los gobernantes tienen la obligación de conducirnos de la mejor manera, cada uno de nosotros debemos trabajar, a conciencia y con honestidad, desde el lugar que nos corresponde.

Sólo así podemos aspirar de verdad a ser el país más grande y progresista que todos anhelamos…





























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