No es el Día de los Enamorados, pero
somos conscientes que este sentimiento se experimenta a cada instante y durante
todo el año. Si no, pregúntenle a los jóvenes.
Recuerdo algunos poemas que debíamos
aprender en las aulas canarias de la etapa escolar. Eran versos tiernos y conmovedores.
Limpios de morbo.
En especial, por la manera directa
de abordar el tema, la forma tan sencilla de expresarlo. Su plenitud verbal y contenido
profundo.
¿Quién no recuerda a “El seminarista
de los ojos negros” de Miguel Ramos Carrión…?
Aquel de la rubia salmantina que cada
tarde se solaza desde su balcón viendo pasar apuestos jóvenes religiosos y queda
prendado de uno de ellos.
El muchacho lo nota y surge un amor
platónico que se mantiene a través del tiempo. La chica escucha un día entonar cantos
fúnebres a la comitiva. Busca a su amado y no lo encuentra.
Transcurren muchos inviernos. Ella, solitaria
y desconsolada. Ya ajada por los años, persiste fielmente desde su ventana en
observar las negras sotanas. Es cuando el autor concluye:
“La
labor suspende, los mira, y al verlos, sus ojos azules ya tristes, muertos, vierten
silenciosas lágrimas de hielo. Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo del
seminarista de los ojos negros...”
O cuando, en la misma y lejana época del uniforme comando, leí uno de los versos de José Ángel Buesa, poeta romántico por excelencia, al hacer alusión a un amor imposible.
Aquella indescifrable inclinación,
preferencia o lo que sea, orientada a quien, por misteriosas razones, es inútil
intentar nada. En lo absoluto.
Con una persona que ni siquiera se
ha establecido una relación. Es un insólito ritual silencioso, quebrado, trunco
y ausente. Buesa termina diciendo:
“Porque sin ser tu amigo, ni tu
esposo, ni tu amante, soy el que más te ha querido. Con eso, con eso… tienes
bastante…”
¿Puede
haber algo más claro que eso…?
Hace
poco, me encontré con un autor que desconocía. Ni siquiera había escuchado su
nombre, Paúl Éluard.
Fue a raíz de un escrito del
periodista limeño Jaime Bedoya quien se refirió a él al tratar de los
emoticones incorporados a los correos electrónicos, celulares y chats e incluye
estas líneas:
“He estado tan cerca de ti, que siento frío
cerca de otros…”
Léanlas una y otra vez. Analicen cada
una de esta docena de palabras y traten de sumergirse en su infinito e
inconmensurable contenido.
.
Allí está dicho todo. Para qué
decir más, si no falta nada.
Quien está enamorado, o alguna vez
lo estuvo de verdad, nos dará la razón. Son versos nacidos del alma…
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