Salón Huanchaco del hotel Libertador, escenario del taller para periodistas...
“Adquirir determinados hábitos desde la juventud tiene
importancia absoluta…”
(Aristóteles)
Nadie duda que la juventud sea la
etapa más linda y feliz de la vida de las personas. ¿Quién no guarda gratos
recuerdos de ella…?.
Por lo general, es el tiempo en el que
empezamos a trabajar. Al ganar dinero por nuestra parte. Nos desprendemos del
hogar y elevamos “alas al viento”, como dice el poema.
Sin embargo, debemos reconocer que
es el período de aprendizaje en cada nueva experiencia que nos brinda la
convivencia con los demás.
Durante ese recorrido, en ocasiones,
nos convertirnos en protagonistas de sugerentes ocurrencias como las que
referimos enseguida.
Cierta mañana de julio pasado, el
ministerio de Energía y Minas organizó un taller para periodistas sobre el ABC
del Impacto Ambiental en Minería en el
salón Huanchaco del hotel Libertador.
Al término de la exposición, Guillermo
Shinno, viceministro del ramo solicitó a los asistentes formular las preguntas
de rigor para absolverlas.
Empezó la rueda un jovencito que
estaba sentado en primera fila. Se puso de pie, dio su nombre y solicitó la
palabra iniciando con los siguientes términos:
--
“Soy de radio xx FM la mejor emisora de Trujillo…” y otros inoportunos
argumentos.
Craso error. Si el reportero
pertenecía a una referida empresa, no era él quien debería expresarse de esa
manera. Jamás uno mismo puede hablar de sus propias bondades o las preferencias
de los oyentes.
Dejar que lo diga la gente, pero no
uno de sus miembros, era lo aconsejable. ¿Y la modestia…? Conste que se trataba
de un egresado de la universidad.
Aunque debemos aceptar que existen
aspectos que no se aprenden en el colegio, ni siquiera en la educación superior,
sino en el hogar.
Otro día, fui a cargar mi celular a
un mini market del centro. Como de costumbre, entregué mi tarjeta al cajero y,
en una cartulina grande, visibles a simple vista, el número y la compañía telefónica.
Luego de marcar las cifras en el
ordenador, me solicitó la firma a la que
correspondía el móvil
--
Está escrita a lado del número, respondí.
Después me dirigió la mirada y
volvió a preguntarme:
--
¿Y para qué me da la tarjeta…?
--
¡Para aumentar mis puntos…!, acoté.
El chico estaba pensando en otra
cosa, no sabía lo que hacía o no puso atención a las instrucciones de sus
superiores.
Estamos seguros que se trata de
casos aislados o son la excepción. Porque los jóvenes de hoy son mucho más
despiertos y “avispados” que los de antes.
Pero, por su autenticidad invitan a
reflexionar. Al final, quedan como dos graciosas anécdotas…
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