Hiroshima en la actualidad. Sin rastros de la catástrofe...
Setenta años del fatídico día que las
ciudades de Hiroshima, y luego Nagasaki, absurdos blancos civiles, fueron casi
borradas del mapa por sendas bombas atómicas, se cumplen mañana.
Japón era el último reducto de la
Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos consideró que el mortífero artefacto
llevaría a la rendición de ese país.
Así fue. Pronto se dio término al
conflicto que generó inconmensurables pérdidas humanas, económicas y
materiales, entre otras.
Obviaremos la muerte, destrucción y
desolación de Hiroshima y Nagasaki. El indescriptible dolor y la desgarradora tragedia
de las familias que hasta hoy padecen las secuelas de la onda radiactiva como
los hibakushya.
Trataremos del secreto que permitió
a estas ciudades, Tokio y el resto del territorio, renacer de sus cenizas y
convertirse en progresistas metrópolis.
La explicación está en la esencia del
espíritu oriental basado en la dignidad, la responsabilidad, la honestidad, el
trabajo solidario y el afán de superación.
Igualmente, en el sentimiento innato
que ante la desgracia, el fracaso o una caída, existe la necesidad de
recuperarse y no volver a ser como antes, sino mucho mejor.
Tal vez, el proverbio japonés que
resume explícitamente lo dicho es: “Nana korobi, ya oki…” cuyo
significado literal dice “Si te caes
siete veces, debes levantarte ocho…”
No importa en cuántas ocasiones
hayas errado o sido rechazado. No crean en ti o te cierren la puerta en la
cara. Te levantarás y lo intentarás una y otra vez.
Esta máxima es aplicada en Japón en todas
las actividades de la vida. El gobierno, la empresa, los negocios, la
educación, el deporte y la familia.
La propuesta no exige soluciones
rápidas e inmediatas. La idea es luchar y perseverar hasta lograr el objetivo
Es aquí donde encuentra aplicación
otra expresión que se pronuncia lanzando un grito en el instante previo de
proponerse una acción.
“¡Gambatte…” es la palabra mágica que
los impulsa a ser tenaces. Persistir en hacer las cosas bien. Dar lo mejor de
uno hasta conseguir el éxito.
Es posible que nos parezca extraña
la forma de concebir la existencia humana de los japoneses.
Pero, esas normas de conducta
contribuyen a que sean metódicos,
ordenados, respetuosos, disciplinados y trabajadores.
¡Sorpréndase…!. Apenas a diecinueve
años de la hecatombe de Hiroshima y Nagasaki. El 1 de octubre de 1964, Japón
asombró al mundo con el primer tren bala del planeta.
Nueve días más tarde, inauguró los
Juegos Olímpicos de Tokio demostrando al orbe sus extraordinarias muestras de
recuperación.
Simultáneamente, ingresó a la
modernidad y desarrolló su espectacular potencial económico considerado por los
analistas como un verdadero milagro .
¿Más evidencias para admirar a
Japón…? Imposible. Solo saber que para progresar no hay nada que inventar.
Basta imitar a los buenos y tratar de ser como ellos.
Aquí tenemos no una, sino. ¡Muchas
lecciones de vida contra la adversidad…!
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