Mientras SATÉLITE sale de la
rotativa en serie, Víctor Hugo da las indicaciones finales.
(Con singular aprecio para Víctor Hugo.
Columna vertebral de SATÉLITE,
por más de un cuarto de siglo….)
Cada tarde. Después de las dos, hay
un canillita que, a pie o en bicicleta, vocea la aparición de SATÉLITE, la
publicación favorita de los trujillanos.
Igualmente está a su disposición en los
puestos de venta del centro histórico, el cruce de dos avenidas o la plazuela
del barrio.
Con esa peculiaridad que lo ha hecho
único. Las primicias. Los hechos ocurridos apenas unas horas antes. Las noticias
de hoy.
Pero. ¿Se ha imaginado usted tas
labores que deben realizarse antes que el vespertino llegue a sus manos…?.
Todo empieza con la elaboración del
cuadro de comisiones a cargo del director o el jefe de redacción.
Son las acciones que deben desplegar
los redactores y el reportero gráfico en un tiempo limitado. Los periodistas no
tienen horario.
Luego de entregar sus artículos,
sigue la diagramación de cada página y el envío a los talleres para el fotomontaje
composición y, finalmente, la impresión.
Este proceso empieza al mediodía.
Cuando usted está almorzando tranquilamente, pesadas bobinas de papel se
desenvuelven con rapidez para impregnar de tinta las páginas.
El interés al máximo, la emoción en grado sumo, el clímax en el
punto más elevado, se concentra en el primer periódico que lanza la rotativa.
Es un instante semejante al del panadero que extrae
del horno la primera bandeja de pan y constata si está bien elaborado.
Con la diferencia que los
ingredientes del artesano son siempre los mismos. En un periódico, las
noticias, artículos y fotografías varían cada día.
Ese momento cumbre tiene similitud
con el padre que, con gran ansiedad y sumo nerviosismo, espera el alumbramiento
de su vástago.
Emocionado hasta las lágrimas, lo acaricia,
alza en brazos y termina acercándolo temblorosamente hacia su pecho.
Haciendo la salvedad que, mientras
que un bebé nace cada nueve meses, SATÉLITE lo hace todos los días. Al comenzar
cada tarde.
Resaltando en primera página la
información más importante. El infaltable “último minuto” o “la del cierre”.
La rotativa se detiene un
instante para perennizar la foto. Nuestro director sostiene en sus manos a
“aquel hijo que nace todos los días…”
Toda la adrenalina se concentra en
la aparición de la impresión inicial Cuando las primeras horas vespertinas
empiezan a asomar. Aquella que sale “calientita” de la rotativa.
Así, ante la atenta y acuciosa
mirada de nuestro director Víctor Hugo Paredes, viene al mundo un nuevo
SATÉLITE
Aquel “hijo” que, con la tinta de
colores aún fresca, cortado, doblado y compaginado, espera que su “padre” lo
tome entre sus manos por primera vez.
Mientras realiza esa minuciosa tarea,
la máquina se detiene. Debe esperar su visto bueno para empezar nuevamente a
rodar.
El ambiente se cubre de silencio. Casi
sepulcral. El director escudriña cada página una y otra vez.
Los operarios no hablan. No se
miran. Ni siquiera se mueven. Solo optan por observar lo que hace el
responsable directo de la edición.
Víctor Hugo levanta la mirada. Busca
al jefe y mueve levemente la cabeza de arriba abajo en signo de aprobación.
Esa señal es suficiente. Vuelve a
oprimirse el botón de la gran máquina que ahora moviliza sus engranajes a su máxima
potencia.
La velocidad deja observar las
páginas iguales extendidas, pegadas unas con otras, unidas por el centro.
En una parte visible, un agitado
marcador giratorio automático registra el control de los lanzamientos.
El gigantesco aparato solo se paraliza cuando la bobina agota el papel y
hay necesidad de colocar otra. Así, hasta el final.
Muy pronto, SATÉLITE saldrá a las
calles. Una vez más, en busca del impaciente público que no se resiste a dejar
de leerlo.
Nuestro director tiene en Víctor Hugo Jr., Luis Jansen y Shirley Vanessa, ya
profesionales, sus descendientes
naturales
Además de ellos, por la original,
difícil y ardua naturaleza de su trabajo, también le corresponde la paternidad exclusiva
de SATÉLITE.
Aquel “hijo”, hecho con denodado
esfuerzo, perseverancia y corazón, que nace todos los días…
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