Juan Gálvez Arce, en el acertado lápiz del inolvidable Manlio....
Década del cincuenta. Quien escribe estas
líneas era alumno primario en la escuela Enrique Guimaraes, ubicada cerca a la
iglesia San Francisco, el corazón de Trujillo.
Caminando media cuadra a la derecha,
trabajaba mi padre Juan Gálvez Arce. ¿Saben dónde...? En el diario La
Industria.
Chiquillo aún, apenas sonaba la
campana de salida, cruzaba corriendo la calle Gamarra. Solía visitarlo con
frecuencia para que me dejara ver, una vez más, aquel “monstruo” gigantesco donde
se imprimía el periódico.
Nunca terminaba de asombrarme al
observar la rotaplana. Esa colosal máquina negra de metal que retumbaba suelo,
paredes y techos al funcionar.
Tenía a los costados dos enormes
ruedas que se movían para hacer circular entre rodillos el papel que procedía
de pesadas bobinas importadas desde Canadá. El olor a tinta de imprenta era
inconfundible.
Lo que más me gustaba ver era cómo
salía el producto. Perfectamente doblado y colocado uno sobre otro por dos barritas
movibles.
Fue mi padre quien, me guió por las distintas
oficinas enseñándome sus funciones y secretos. Decenas de personas luchando contra
el tiempo con un solo objetivo. Editar el diario. Día a día, germinó en mí esa
semilla.
Ocurre lo mismo ahora. Con la
diferencia que una moderna rotativa y el sistema offset integral ejecutan
similar tarea, pero mucho más rápido.
La constante presencia en La Industria
y cotidiana lectura de sus páginas, dejaron una señal indeleble para lo que
sería más tarde. Con todo lo aprendido. ¿Cómo no ser periodista…?
Participar con manuscritos en el
periódico mural de las aulas del cuarto y quinto año del 280, como también se
le llamaba a la escuela, marca el inicio
de mi posterior preferencia.
Esa incipiente inclinación adquirió
consistencia en el colegio nacional de San Juan del jirón Independencia donde
fui miembro activo del Club de Radio y Periodismo.
Hay pruebas. Tres artículos con mi
rúbrica en la revista “Retorno” de la Promoción 1961 “Augusto García Llerena”,
confirman lo expresado.
Al año siguiente, como estudiante de
letras en la Universidad Nacional de Trujillo, escribía la columna
“Caleidoscopio Universitario” y colaboraba con algunos artículos en La
Industria.
Ahí no más, pasé a formar parte del
equipo de redacción del vice decano de la prensa nacional como redactor
principal.
Además de ser profesor de secundaria,
fui docente de periodismo del Instituto Superior de Periodismo y Relaciones
Púbicas “Carlos E. Uceda Meza”.
En la década del ochenta me
incorporé como miembro de la orden al Colegio de Periodistas del Perú, Consejo
Regional de La Libertad, donde actualmente integro el Consejo Directivo.
Ahora escribo en la página editorial
y deportiva del vespertino Satélite, comento las noticias en
el radio periódico Réplica y publico mi
blog Prensa
Virtual Trujillo.
Todo. Gracias a la honda huella que,
en la infancia, me dejó mi padre…
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