Una zona en ruinas después del cataclismo. La siguiente a la semana y la última a los seis meses. Sobran las palabras...
“Nana korobi ya oki…”
(“Si caes siete veces, tienes ocho para levantarte…”)
(Proverbio japonés)
Si hay algo que caracteriza e identifica al pueblo japonés y lo diferencia del resto del mundo, es su dignidad, honestidad y el incomparable empeño de luchar contra la adversidad.
Se trata de un impulso vital que motiva a las personas a esforzarse al máximo, con decisión y entrega. Mirando siempre hacia adelante.
Esta invisible fuerza no es patrimonio de uno o un grupo. Pertenece a todos. Es el símbolo o marca particular de los japoneses desde sus raíces.
La combinación de energías se convierte así en una potencia que les permite alcanzar sus ideales ante cualquier tipo de obstáculos que se presenten.
Lo que más llama la atención es que en su idioma, a diferencia del español, existe una sola palabra que resume ese sentimiento: ¡Ganbatte…! (Así, con “n” y dos “t”).
Consultando el pequeño diccionario de la editorial Hakusuisha, que tiene más de mil doscientas páginas, escrito en kanji, hiragana y katakana con su traducción al español, se extrae su enigmático significado.
Quiere decir: perseverancia, constancia, tesón, esforzarse, persistir. Empeñarse con pasión en algo, hasta conseguirlo.
Dicha acepción en el trato laboral diario, a todo nivel, es aceptada como: ¡Ánimo…! ¡No te rindas…!
El término hace referencia a uno de los más altos valores que el pueblo oriental tiene presente en cada instante de su vida.
Aquella que los estimula a ser perseverantes e insistir hasta hacer realidad lo que se proponen. Una cualidad propia de su raza. Del espíritu japonés o Yamato damashii, pues lo llevan en la sangre.
Ese fue el vocablo que impulsó a Japón en l945, después de la Segunda Guerra Mundial, a desplegar un colosal esfuerzo que lo llevó convertirse en la segunda economía del planeta.
Fue en esas circunstancias adversas que nació unas de sus paradigmáticas sentencias: “Se aprende poco con la victoria, pero mucho con la derrota…”
Basta recordar que ni siquiera habían transcurrido veinte años de la contienda y ya estaban inaugurando el Shinkansen o “Tren bala” que une gran parte del archipiélago.
Después del duro conflicto bélico la voz ganbatte mantuvo plena actualidad en todas las actividades como el estudio, el trabajo, el deporte, incluso en los momentos de distracción.
Si a ello se le añade la honestidad, el orden, las tareas coordinadas y el rigor, los resultados positivos no tardan en ser alcanzados.
Hace un año, parte de la zona noreste del País del Sol Naciente quedó devastada por el terremoto y tsunami ocurrido el fatídico 11 de marzo del 2011.
Como consecuencia resultaron miles de muertos, desaparecidos y ciudades enteras destruidas. Sin embargo, no hubo ninguna manifestación de pillaje, saqueo, descontrol, ni anarquía.
Cuando aún no se extinguía el peligro de la emergencia radiactiva de la central nuclear de Fukushima, en diferentes áreas había equipos de trabajadores empeñados en las tareas de reconstrucción.
En ese aspecto, se planificaron etapas presupuestadas, con tiempo de inicio y término, partiendo por las carreteras para facilitar el acceso y salida a los centros poblados.
Así, el 17 de marzo comenzaron las obras de reparación de la vía Great Kanto Highway, en el territorio siniestrado de Naka, que quedó intransitable.
La denodada acción de un grupo de obreros concluyó la obra en apenas seis días. A lo largo del trayecto no quedó rastro alguno de los destrozos.
Algo más, un informe inicial del gobierno señaló que una primera entrega de tres mil casas totalmente equipadas para reubicar a las familias de los refugios, fue terminada a fines de mayo.
Es decir que se construyeron en tiempo record. Un ejemplo.
Uno de los soportes que mantiene incólume el espíritu de los japoneses a pesar de la desgracia, es la confianza depositada en el gobierno, sus autoridades y representantes.
Ellos saben que siempre trabajarán con honorabilidad y transparencia. Pensando en el bienestar de las mayorías y que jamás serán defraudados.
Las muestras de preocupación, colaboración y ayuda se manifiestan en todos los sectores del estado y la población.
Como el caso del Ejecutivo que acordó el recorte del catorce por ciento del sueldo de los parlamentarios para contribuir a los trabajos de reconstrucción después de la catástrofe.
Nadie se opuso y hubo quienes entregaron el total de sus remuneraciones con tal de atenuar siquiera en algo el dolor de los damnificados.
Una muestra evidente de la indisoluble amalgama que existe entre la ciudadanía y el gobierno.
Por eso se dice que la fuerza y el poder de los japoneses procede de la laboriosidad, sacrificio, disciplina, solidaridad y la práctica de los valores.
Todos trabajan por igual, desde el lugar que les corresponde, sin escatimar esfuerzo en beneficio del grupo. Ello se complementa con su sencillez y nobleza.
Con los argumentos de integración, trabajo y la vehemencia de la palabra ganbatte, Japón resurge silenciosamente para mantener su vigencia en el consenso mundial de las naciones...
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