Farfán anotó el segundo gol, pero no fue suficiente...
Cómo pesan los dedos para golpear el teclado y comentar la derrota de Perú ante Chile en Santiago, al margen de los cuatro palos a favor.
Es que estábamos tan ilusionados. Tan seguros de hacer un buen papel en tierras mapochinas, que nadie imaginó que nos convirtieran cuatro goles.
Algunos nos acomodábamos frente al televisor para ver el partido, cuando se produjo el primero en nuestra contra.
El cuadro nacional careció de capacidad de reacción ante el revés. Los jugadores no lograban poner pie en la pelota, ni dar un pase seguro.
En ese estado de confusión y desorden llegó el segundo que, al final, marcó la diferencia a favor de Chile.
Esos primeros veinte minutos o más, fueron fatales Faltó concentración, viveza, cabeza fría para enfrentar al rival que se venía con todo.
Cuando llegó el momento de pisar la pelota y pensar antes de cada pase, se avanzó con todo descuidando el medio campo y la defensa.
Así vinieron las demás anotaciones que sellaron el marcador final de cuatro a dos.
Los descuentos del representativo nacional demostraron lo que se puede conseguir cuando existe confianza en la propia capacidad.
La derrota en el segundo partido de las eliminatorias al Mundial Brasil 2014 nos deja una lección que jamás debemos olvidar.
Cada partido empieza con el pitazo inicial y finaliza con otro silbato. Durante ese lapso los once jugadores deben poner sus cinco sentidos en la disputa del balón.
No es posible que dos delanteros hayan cabeceado la redonda en el área peruana sin que nadie lo pueda impedir. Ni siquiera el arquero. Así se produjo el primer gol, en contra. En los siguientes se aflojó la marca.
Estamos seguros que Markarián habrá extraído las conclusiones del caso y los posibles puntos débiles La consigna es no perder en casa y luchar por conseguir puntos fuera. Esto, aún empieza...
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