Flamante Congreso. No empieza como quisieran todos los peruanos...
La historia se repite. No tienen ni un mes en ejercicio y los congresistas peruanos empezaron a hacer noticia en sentido negativo.
Hasta anoche, ochenta y nueve de los ciento treinta parlamentarios, habían cobrado sus cheques de 15,600 soles por derecho de instalación.
La significativa asignación se entrega desde el año 2000 por el simple hecho de introducir sus implementos personales a las respectivas oficinas.
Como es de suponer, el envidiable beneficio de carácter general, que también comprende al de desinstalación, fue aprobado por unanimidad por nuestros representantes.
Y se ha venido repitiendo en los anteriores cambios de gobierno ante el estupor de la ciudadanía que observa asombrada la forma como se utilizan los fondos del Estado.
Debe destacarse que, algunos legisladores renunciaron a cobrar. Es el caso específico de los reelectos y los elegidos por Lima.
(De los siete representantes por La Libertad, no aceptaron este pago Richard Acuña Núñez (AGC) y Elías Rodríguez Zavaleta (APRA)).
En realidad, es lo más acertado. Quienes hicieron los mayores gastos fueron los congresistas de provincias que están obligados a trasladarse desde sus lugares de origen, algunos con su familia.
No ocurre lo mismo con quienes residen en la capital o aquellos que volvieron a ser consagrados por el voto popular.
Estos últimos, no deben recibir un céntimo, pues no tienen nada que mover. Solo volver a la oficina que ocuparon antes.
Lo que desconcierta es la mínima falta de respeto a sí mismos y al pueblo. Así como la carencia absoluta de principios éticos de quienes defienden el cobro siendo reelegidos y viviendo en Lima.
Como el presidente de la comisión de Fiscalización quien, con tono irónico, declaró que utilizará el dinero “para reparar su auto”
“El dinero me lo han dado a mí y lo usaré para lo que crea conveniente en el desarrollo de mis funciones”, fueron sus palabras textuales.
Ante situaciones de esta índole lo conveniente sería que se anulen esta clase de beneficios que distorsionan la labor parlamentaria.
O mejor, reducir el monto, pues es excesivo y ofensivo para el común de las personas que a diario se esfuerzan en sus centros de trabajo.
A propósito de este desatino parlamentario, es oportuno precisar que el Congreso es lo que sus integrantes quieren que sea.
La prensa solo se limita a recoger la información y darla a conocer a la colectividad. Sin restar, ni añadir nada.
El prestigio o descrédito de su imagen depende exclusivamente de sus miembros. Por ahora, están empezando mal. No hay más…
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