lunes, 11 de abril de 2011

VALLE RIESTRA: ¡EL ÚLTIMO RETÓRICO…!

Alfredo Valle Riestra

Escucharlo hablar o pronunciar un discurso, era como embelezarse con su manera particular de jugar con las palabras.

Lo hacía con gran naturalidad, aunque de rato en rato mencionaba un término que invitaba tener el diccionario de la Real Academia de la Lengua bajo el brazo para interpretar su mensaje.

Orador enfático, se expresaba con envidiable corrección y eficacia exaltando los términos y otorgándoles el matiz necesario para deleitar o persuadir.

Esa era una de las características notables del colega Alfredo Valle Riestra Ponce de León, cuyas intervenciones permitían traer a la memoria a los disertantes de décadas pasadas.

Identificado por su verbo retórico, se ganó la admiración y simpatía de sus amigos y los estudiantes de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la universidad Antenor Orrego de Trujillo.

Profesor, orientador y guía de varias promociones de comunicadores de ese centro de estudios, opinaba que el periodista no debe ser un simple trasmisor de mensajes.

La misión del hombre de prensa, señalaba, es dirigir su trabajo a crear opinión pública y conducir a la sociedad hacia mejores objetivos.

En la UPAO le correspondió trasmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones de profesionales del ramo durante dos décadas.

Debido a sus especiales dotes académicos, desempeñó el cargo de decano del Colegio de Periodistas de La Libertad cumpliendo una encomiable labor.

Afable y bonachón, tal vez un poco subido de peso, solía trasmitir a cada paso su carácter gentil y amable.

Hace un tiempo, una terrible enfermedad lo obligó a trastocar su rutina. Las complicaciones motivaron su internamiento en un centro hospitalario, incluso fue tratado en Lima.

De regreso, aparentemente, restablecido se reincorporó a sus acostumbradas actividades en el claustro universitario.

Una mañana cualquiera, cuando se dirigía a su centro de enseñanza, al encuentro cotidiano con sus discípulos, lo sorprendió la muerte.

Alfredo, el compañero de trato cordial, abandonó para siempre este mundo terrenal.

Sin embargo, como rezaban los versos del coro de la UPAO, cuando cantó para ti la tarde de tu funeral y al comunicarnos en silencio me hiciste llorar, “hay momentos en que las palabras no alcanzan para decir lo que siento..."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alfredo fue un buen amigo de la infancia y se le estrana.
Rafael Flores Jimeno