Original ilustración luego del cataclismo. A la izquierda, escrito de arriba abajo, en hiragana, dice: Ganbatte. A la derecha, en caracteres kanji: Nihon (Japón).
“Nana korobi ya oki…”
(“Si caes siete veces, tienes ocho para levantarte…”)
(Proverbio japonés)
Si hay algo que caracteriza e identifica al pueblo japonés y lo diferencia del resto del mundo, es su incomparable empeño de luchar contra la adversidad.
Se trata de un impulso vital que motiva a la gente a esforzarse al máximo, con decisión y entrega. Siempre mirando hacia adelante.
Esta invisible fuerza no es patrimonio de uno o un grupo de personas. Pertenece a todos. Es el símbolo de identidad particular de los japoneses desde sus raíces.
La combinación de energías se convierte así en una gran potencia que les permite alcanzar sus ideales ante los obstáculos que se presenten.
Lo que más llama la atención es que en su idioma, a diferencia del español, existe una sola palabra que resume ese sentir: ¡Ganbatte…! (Así, con “n” y dos “t”).
Consultando el pequeño diccionario de la editorial Hakusuisha, que tiene más de mil doscientas páginas, escrito en kanji, hiragana y katakana con su traducción al español, se extrae su profundo significado.
Quiere decir perseverancia, constancia, tesón, esforzarse, persistir. Empeñarse con pasión en algo hasta conseguirlo.
Dicha acepción en el trato diario es aceptada como: ¡Ánimo…! ¡No te rindas…!
El término hace referencia a uno de los más altos valores que el pueblo japonés tiene presente en cada instante de su vida.
Aquella que los estimula a ser perseverantes e insistir hasta hacer realidad lo que se proponen. Una cualidad propia de su raza, del espíritu japonés (Yamato damashii), pues lo llevan en la sangre.
Ese fue el vocablo que impulsó a Japón en l945, después de la Segunda Guerra Mundial, a desplegar un colosal esfuerzo que lo llevó convertirse en la segunda economía del planeta.
Fue en esas difíciles circunstancias que nació unas de sus expresiones paradigmáticas: “Se aprende poco con la victoria, pero mucho con la derrota…”
Basta recordar que ni siquiera habían transcurrido veinte años de la contienda y estaban inaugurando el Shinkansen o “Tren bala” que une gran parte del archipiélago.
Después del duro conflicto bélico la voz Ganbatte mantuvo plena actualidad en todas sus actividades como el estudio, el trabajo, el deporte y aún en los momentos de distracción.
Si a ello se le añade la honestidad, el orden, las tareas coordinadas y el rigor, los resultados positivos no tardan en ser logrados.
Hace dos meses, parte de la zona noreste del País del Sol Naciente quedó devastado por el terremoto y tsunami ocurrido el fatídico 11 de marzo.
Como consecuencia resultaron miles de muertos, desaparecidos y ciudades enteras destruidas. Sin embargo, no hubo ninguna manifestación de pillaje, saqueo, descontrol, ni anarquía.
Cuando aún no se extinguía el peligro de la emergencia radiactiva de la central nuclear de Fukushima, en diferentes áreas había equipos de trabajadores empeñados en las tareas de reconstrucción.
En ese aspecto, se han planificado etapas presupuestadas, con tiempo de inicio y término, partiendo por las carreteras para facilitar el acceso y salida a los centros poblados.
Así, el 17 de marzo comenzaron las obras de reparación de la vía Great Kanto Highway, en el territorio siniestrado de Naka, que quedó intransitable.
La denodada acción de un equipo de obreros concluyó la obra en apenas seis días. Ahora, a lo largo del trayecto no hay rastro alguno de los destrozos.
Algo más, un informe inicial del gobierno señaló que una primera entrega de tres mil casas totalmente equipadas para reubicar a las familias de los refugios, será terminada a fines de mayo.
Es decir que se construirán en tiempo record. Realmente admirable.
Uno de los soportes que mantiene incólume el espíritu de los japoneses a pesar de la desgracia, es la confianza depositada en el gobierno, sus autoridades y representantes.
Ellos saben que siempre trabajarán con honorabilidad y transparencia. Pensando en el bienestar de las mayorías y que jamás serán defraudados.
Las muestras de preocupación, colaboración y ayuda se manifiestan en todos los sectores.
Como el caso del Ejecutivo que acordó el recorte del catorce por ciento del sueldo de los parlamentarios para contribuir a los trabajos de reconstrucción después de la catástrofe.
Nadie se opuso y hubo quienes entregaron el total de sus emolumentos con tal de atenuar siquiera en algo el dolor de los damnificados.
Una muestra evidente de la especie de indisoluble amalgama que existe entre la ciudadanía y el estado.
Por eso se dice que la fuerza y el poder de los japoneses procede de la laboriosidad, sacrificio, disciplina, solidaridad y la práctica de los valores.
Todos laboran por igual desde el lugar que les corresponde desempeñar sin escatimar esfuerzo en beneficio del grupo. Ello se complementa con su admirable nobleza.
En indudable que con los resistentes argumentos de integración, trabajo y la inconmensurable vehemencia que les proporciona la palabra Ganbatte, Japón irá resurgiendo de los escombros…
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