La misma actitud adoptada para extraer un programa de la televisión, debe asumirse para eliminar las lacras que realmente atentan contra el Perú y proyectan una mala imagen al exterior...
Las personas, como las familias, las instituciones, los gobiernos y los países gestan su honestidad o desprestigio en base a sus propias acciones.
Hace poco surgió una campaña posterior a la supresión de un programa de televisión en el país y ahora se orienta a lograr lo mismo a nivel internacional.
La razón fundamental es que el espacio distorsionaba la realidad social del Perú, pues “no es como se ve en las historias relatadas”.
Numerosos organismos se han pronunciado a favor del movimiento, casi avasallador, contra su conductora.
La acción ha invadido incluso el internet, pues circulan correos en el mismo sentido que concluyen con frases como “Te amo Perú” y “Perú un país con futuro”.
Todo ello es encomiable. Aunque resulta facilísimo desprenderse de un programa que no nos agrada con un simple clic.
Sin embargo, sería mucho más provechoso si la misma vehemencia se adoptara para tratar de atenuar las lacras que verdaderamente desdibujan la imagen del país en el extranjero.
Empezando por prestigiar al congreso y devolverle la dignidad perdida al poder Judicial.
Despleguemos todo el esfuerzo posible en ejecutar cruzadas para disminuir el índice delincuencial que nos agobia, así como el uso indiscriminado de armas por la ciudadanía.
Cada día hay muertes con armas de fuego en todo el territorio y no se hace absolutamente nada. Ahí hay una excelente propuesta parlamentaria, en lugar de estar disputándose un planteamiento, como ocurre con el agua de Laredo.
Similar ímpetu se necesita para terminar con el narcotráfico y el terrorismo. Sin restarle la importancia que, con frecuencia, pretende darle el gobierno.
Igualmente contra las autoridades y funcionarios inmorales, quienes sólo se preocupan por sus intereses personales y familiares, en el amplio sentido de la palabra.
No olvidemos que, en algunos casos, somos los propios peruanos los que con actos delictivos dejamos el nombre de nuestra patria por los suelos.
Tres casos a la vista. Un criminal en Japón, un médico dedicado al aborto ilegal en España y traficantes de dólares y visas en Estados Unidos. Tres continentes: Asia, Europa y América.
Son esos, algunos de los problemas sustanciales que no se pueden eliminar de un solo clic y los enfrentamos apenas salimos de nuestros hogares.
Ellos son los que dan, fatalmente, la “imagen” de nosotros cuando viajamos al exterior, donde nos miran una y mil veces, desconfiando al máximo de nuestras actitudes y compromisos.
Gobierno, ministros, congresistas, autoridades y pueblo debemos unirnos para extirpar esos defectos que ensombrecen realmente la peruanidad.
Iniciemos ahora esas cruzadas con la esperanza de cumplir nuestro objetivo y sentirnos, de verdad, orgullosos de ser peruanos…
Hace poco surgió una campaña posterior a la supresión de un programa de televisión en el país y ahora se orienta a lograr lo mismo a nivel internacional.
La razón fundamental es que el espacio distorsionaba la realidad social del Perú, pues “no es como se ve en las historias relatadas”.
Numerosos organismos se han pronunciado a favor del movimiento, casi avasallador, contra su conductora.
La acción ha invadido incluso el internet, pues circulan correos en el mismo sentido que concluyen con frases como “Te amo Perú” y “Perú un país con futuro”.
Todo ello es encomiable. Aunque resulta facilísimo desprenderse de un programa que no nos agrada con un simple clic.
Sin embargo, sería mucho más provechoso si la misma vehemencia se adoptara para tratar de atenuar las lacras que verdaderamente desdibujan la imagen del país en el extranjero.
Empezando por prestigiar al congreso y devolverle la dignidad perdida al poder Judicial.
Despleguemos todo el esfuerzo posible en ejecutar cruzadas para disminuir el índice delincuencial que nos agobia, así como el uso indiscriminado de armas por la ciudadanía.
Cada día hay muertes con armas de fuego en todo el territorio y no se hace absolutamente nada. Ahí hay una excelente propuesta parlamentaria, en lugar de estar disputándose un planteamiento, como ocurre con el agua de Laredo.
Similar ímpetu se necesita para terminar con el narcotráfico y el terrorismo. Sin restarle la importancia que, con frecuencia, pretende darle el gobierno.
Igualmente contra las autoridades y funcionarios inmorales, quienes sólo se preocupan por sus intereses personales y familiares, en el amplio sentido de la palabra.
No olvidemos que, en algunos casos, somos los propios peruanos los que con actos delictivos dejamos el nombre de nuestra patria por los suelos.
Tres casos a la vista. Un criminal en Japón, un médico dedicado al aborto ilegal en España y traficantes de dólares y visas en Estados Unidos. Tres continentes: Asia, Europa y América.
Son esos, algunos de los problemas sustanciales que no se pueden eliminar de un solo clic y los enfrentamos apenas salimos de nuestros hogares.
Ellos son los que dan, fatalmente, la “imagen” de nosotros cuando viajamos al exterior, donde nos miran una y mil veces, desconfiando al máximo de nuestras actitudes y compromisos.
Gobierno, ministros, congresistas, autoridades y pueblo debemos unirnos para extirpar esos defectos que ensombrecen realmente la peruanidad.
Iniciemos ahora esas cruzadas con la esperanza de cumplir nuestro objetivo y sentirnos, de verdad, orgullosos de ser peruanos…
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