viernes, 18 de diciembre de 2009

¡AQUEL EFÍMERO REGALO DE NAVIDAD…!


"Su primer regalo. Ese que siempre quiso tener, resultó el más efímero de su vida en aquel triste día de Navidad..."







Como miles de peruanos, Luís era un niño pobre nacido en la frígida ciudad de Huaraz, en el departamento de Ancash. Para él, las fiestas de fin de año siempre pasaron desapercibidas.

A semejanza de los pequeños de su condición y edad, debido a la estrechez económica de sus padres, jamás tuvo la oportunidad de recibir un regalo en Navidad.

En la fecha que la mayoría se complace con sus obsequios, dormía muy temprano y trataba de contentarse viendo a sus vecinos exhibiendo sus juguetes.

Como le gustaba jugar al fútbol, anhelaba simplemente tener una pelota algún día.

Sin embargo, por esas cosas que depara el destino, ese año sería diferente a los anteriores. Su padrino de bautizo le prometió hacerle un regalo.

Y lo cumplió. Antes de la medianoche llegó a su casa con una hermosa pelota azul de jebe.

Agradeció pletórico de emoción y se fue a la cama con el maravilloso presente.

Durante toda la noche durmió abrazado de su balón. No veía el momento que amaneciera para mostrárselo a sus amiguitos y dedicarse a jugar.

Ese 25 de diciembre se levantó más temprano que nunca. Ni siquiera esperó desayunar para salir en busca de los vecinitos y mostrarles su gran regalo.

Como era de esperar, sus compañeros salieron prestos. Pronto estaban corriendo y gritando a carcajadas. Entreteniéndose con la pelota a no poder.

Todo era alegría hasta que, de improviso, apareció un camión para descargar mercadería en una tienda cercana de abarrotes.

De repetente, no se sabe cómo, lo cierto es que el flamante esférico resultó entre las llantas traseras del vehículo.

Como era de esperar, terminó aplastándola sin compasión. Pero, no estalló. Apareció bajo los neumáticos, aunque había perdido por completo su forma. Ahora era ovalada.

Luís había escuchado alguna vez que los balones podían inflarse introduciéndoles una aguja y recurrió al último recurso.

Trajo un alfiler y mientras unos la sujetaban nerviosamente, él procedió a hincarla con sumo cuidado.

La sonrisa volvió a sus rostros cuando la pelota comenzó a recuperar su original volumen.

Fatalmente, siguió aumentando y creciendo hasta explotar en mil pedazos.

Se miraron unos a otros sin atinar a pronunciar una sola palabra. Luego decidieron regresar a sus hogares en completo silencio.

El pequeño Luís se quedó solo. No lo podía creer. No encontraba explicación a lo que había ocurrido.
Mordiéndose los labios, miró impotente al cielo y no pudo contener las lágrimas.

Su primer regalo. Ese que siempre quiso tener, resultó el más efímero de su vida en aquel triste día de Navidad
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