La justicia peruana tiene un reto frente a cuatro juicios emblemáticos...
Preso, en el penal Piedras Gordas,
se encuentra Martín Belaunde Lossio, quien fuera el hombre más buscado del
Perú.
Gracias a la eficiencia de la
policía boliviana fue detenido tras pocos días de estar en la clandestinidad al
huir del arresto domiciliario que cumplía.
Al margen de los detalles de su
captura, lo que interesa es aquello que viene más allá. De aquí en adelante. En
la etapa que se inicia.
Primero tendrá que afrontar el
proceso que se le sigue por los delitos de peculado, asociación ilícita para
delinquir y lavado de activos en el caso “La Centralita”.
Luego, coordinando con la justicia
de Bolivia, se ampliará la investigación por tráfico de influencias, patrocinio
ilegal y colusión a través de la empresa Antalsis.
Igualmente, acerca de los mecanismos
que utilizó para contactar con cerca de diez gobiernos regionales en la
ejecución de obras millonarias.
A la situación judicial de Belaunde
Lossio se añade el proceso de Rodolfo Orellana Rengifo, quien fue detenido en
Colombia y ahora está tras las rejas
Contra él recaen cargos por
asociación ilícita para delinquir, acoso a periodistas, vínculos con el
narcotráfico, apropiación de terrenos ajenos y estafa.
Pero, eso no es todo. La justicia
investiga desde hace meses al ex presidente regional de Ancash, César Álvarez,
por supuesto homicidio, corrupción, malos manejos y “La Centralita”.
Y, finalmente, al ex alcalde de
Chiclayo, Roberto Torres Gonzales, por delitos contra la administración pública
y ser el supuesto cabecilla de una red delictiva.
Se trata de los cuatro más sonados
casos de corrupción y tráfico de influencias de los últimos tiempos en el país.
Los protagonistas no actuaron solos.
Compartieron supuestas acciones delictivas con funcionarios, profesionales,
ciudadanos y familiares. Varios de ellos están detenidos.
Ahora, que todo está en manos del
poder Judicial y el ministerio Público la colectividad se plantea la gran
interrogante.
¿Cuánto tiempo tardará cada
proceso…? Porque, además de ser casos complejos, se añaden los retrasos por
carga procesal, falta de personal y otros ingredientes más.
Por lo pronto el asunto de “La Centralita”
ya superó el año y se avanzó muy poco. Camina a lentitud pavorosa.
La justicia del Altiplano nos acaba
de dar una lección. En tres días condenó a una persona a tres años de prisión
por favorecer la evasión de Martín Belaunde. Ya ven, cuando hay interés y
ganas, todo se puede.
Los entes juridiciales tienen en estos
procesos la excelente oportunidad de trabajar con idoneidad y transparencia
para recuperar la confianza perdida en la población.
Recordemos que el poder Judicial
alterna con el congreso los últimos peldaños de aprobación popular en las
encuestas de opinión a nivel nacional.
Lo trascendente es que estos juicios
constituyen un hito inédito en la historia nacional y, a la vez, un gran desafío
para la justicia peruana…
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