A pesar de su avanzada edad, los pacientes de EsSalud forman largas colas para ser atendidos, pero muchas veces no hay cupos...
Debemos aceptar que en la actualidad
una de las instituciones que más deficiencias presenta y ácidas críticas
recibe, es EsSalud.
El reclamo de los pacientes es
frecuente y se conoce en forma pública por las permanentes denuncias a través
de los medios de comunicación
Uno de estos días escuchamos por
radio la desgarradora experiencia de un octogenario usuario de ese servicio.
Contó que, como está estipulado, una
mañana se comunicó por teléfono desde su
domicilio con el ya famoso 485030.
-- Señorita
--le dijo a la recepcionista-- deseo obtener una cita de atención para el
área de urología en el hospital Albretch.
-- Señor --fue la seca respuesta-- por
ahora no hay programación. Usted debe llamarnos a fin de mes.
Llegó el último día del mes. Y, fiel
a la orientación de quien lo atendió la primera vez, se prendió del fono.
Solo para escuchar el conocido
timbre de ocupado. Volvió a marcar. Ocupado. Ocupado. Ocupado.
Veinte minutos más tarde, pidió
ayuda a su hija. Ella marcó y se repitió el sonido. Ocupado. Ocupado.
Para evitar marcar y marcar, oprimió
el botón automático del aparato y continuaba ocupado. Siempre ocupado.
Transcurrió así una hora. Media hora
más y todo seguía igual, hasta que, cansado,
se dio por vencido.
Al mediodía, cruzó por la mesita del
teléfono y se animó a marcar. Le contestaron de inmediato. Pidió la cita y le
dijeron que llamara al siguiente día a partir de las siete y cuarto de la
mañana.
Empezó desde las siete y se repitió
la historia del sonido de ocupado. Casi agotado, y con la paciencia por los
suelos, consiguió la anhelada respuesta.
-- Señor. Hoy no se dará cita por teléfono.
Usted debe acudir al hospital para solicitarla personalmente. No hubo
mayor explicación
Eran cerca de las nueve. Saltó de la
silla. Con susto y apurado. Se alistó a medias y salió corriendo a tomar un
taxi que lo trasladara al Albretch.
Antes de ingresar, perdió precioso
tiempo. Los vigilantes de la puerta de rejas lo detuvieron para revisarle una
bolsa de plástico donde llevaba un libro.
Jadeante, ya en el segundo piso,
acudió al módulo de atención.
-- ¡Señorita, señorita…! Vengo a separar una
consulta en urología.
-- Señor --fue la fría y
descorazonadora respuesta-- se agotaron los cupos. Llame por teléfono a
fin de mes…
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