Original y atractiva carátula de "El primer bonzo trujillano y otras historias insólitas" del periodista liberteño Luis Fernando Quintanilla...
Hemos sintetizado el título de la obra por razones de espacio. Su nombre completo es “El primer bonzo trujillano y otras historias insólitas”.
Se trata del sugestivo libro escrito
por el colega Luis Fernando Quintanilla, editor del suplemento dominical
Enfoque del diario La Industria.
Es un documento interesante y
novedoso, porque imaginariamente el autor nos transporta en un mágico viaje a
las vivencias del siglo pasado.
Para escribirlo tuvo que
introducirse, con cuerpo y alma, en los archivos del vice decano de la prensa
nacional que constituye el receptáculo de gran parte de la historia de Trujillo
y su gente.
Producto de ese minucioso y agotador
esfuerzo es “El primer bonzo trujillano…” que debe ser la lectura obligada para
quien desee conocer cómo se vivía antes que naciéramos.
Al devorar sus páginas nos enteramos
que costumbre de la época era llevar a un herido primero a la botica y después,
según su gravedad, al hospital.
Que los niños de la primera mitad de
la centuria anterior usaban gorra, pantalón corto y muchos iban descalzos a la
escuela.
Así mismo, que el jirón Pizarro de
nuestra ciudad antes se llamaba calle Progreso y Bolognesi, Sosiego. Entre
otras graciosas curiosidades.
O que los propietarios de las mascotas
de entonces eran semejantes a los de la actualidad, según lo que describe el
párrafo de una crónica.
“Debería
estar seriamente penado el descuido de los dueños de perros bravos o prohibida
esa costumbre para evitar tragedias…”
El libro revela que en 1935, la
Municipalidad de Trujillo adquirió una “moderna” emisora de radio que fallaba
demasiado y el periodista supone la causa con las preguntas: “¿Instalación…? ¿Aparatos…? ¿Poca práctica
de quien la maneja…?”
Sin embargo, entre tanta noticia rara
destaca el aviso publicado el mismo año en
La Industria por la Inspección de Rodaje (Gerencia de Transportes) a manera de
notificación.
“Se
previene a los conductores de carros de servicio público que, de conformidad
con el artículo 85 del reglamento de tráfico vigente, están obligados a usar:
gorra, placa o disco reglamentario y observar el mejor aseo en su persona y
vestidos”
Ochenta años después, esa
trascendental disposición ha quedado sepultada bajo el polvo del olvido por la inacción
de las autoridades.
Lo que acabamos de describir, son apenas
unos destellos del libro que debería incluirse en el currículo escolar y ser considerado como indispensable
obra de consulta en las bibliotecas.
Sinceras felicitaciones para Luis
Fernando por este gratísimo “hijo” que, algún día, todos quisiéramos tener…
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