Amparados en la buena voluntad de la gente y confiados en sí mismos, estos jóvenes caminan sonrientes en las calles del centro de la ciudad...
Dios o la naturaleza dotaron a los seres humanos de cinco sentidos.
Todos cumplen una acción fundamental en nuestro organismo y nos permiten una vida normal y en armonía.
El oído y la vista desempeñan una función vital. No podríamos entablar una conversación si carecemos del sentido auditivo, pues estaríamos incapacitados para escuchar los mensajes sonoros.
Sobre el particular, existen algunas personas que han superado esta deficiencia mediante pequeños aparatos que facilitan captar el sonido.
¿Y la vista…? Bueno. Ni siquiera podríamos caminar unos cuantos metros al estar privados del sentido óptico.
Existen personas que han perdido por completo esa facultad por diversas circunstancias.
Lo único que les queda es agenciarse de un bastón y arriesgarse a movilizarse por sí solos.
Es una tarea muy difícil, peligrosa y agotadora. Requiere mucha fuerza de voluntad y el desarrollo de otras facultades del cuerpo humano.
Como el caso de estos jóvenes que alegremente se desplazan por una de las transitadas calles del centro de Trujillo.
Sujetados del hombro y sustentados en los “datos” que les trasmite un bastón, se acompañan y caminan sonrientes.
Así cruzan las arterias y avenidas de la ciudad pensando en la atención y buena fe de los choferes y peatones.
No falta el momento que algún descuidado transeúnte se cruce en su camino. Pero, nada los detiene.
Salieron así del domicilio de uno de ellos y entienden que deben regresar sanos y salvos.
Ellos están enterados que cada vez que pasean solos, deben tener sumo cuidado. Y se encomiendan al Señor.
Por eso se tienen confianza. Saben que no están desamparados. Que hay un ángel de la guarda que guía sus pasos.
Consideran que aquel alado y espiritual personaje que siempre los acompaña se encarga de brindarles asistencia y protección.
¡Y no les falta razón…!
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