Libman sale mal y Carrillo convierte en nuestra propia valla...
El partido que perdió anoche Perú ante Chile por la mínima diferencia, por autogol del debutante André Carrillo en el último minuto, sirvió para extraer algunas conclusiones.
Sin la presencia de Paolo Guerrero y Juan Vargas, la escuadra nacional disminuye ostensiblemente su rendimiento.
Ellos son jugadores altamente experimentados, habilidosos y cimbreantes que le otorgan personalidad que, como ocurre con las personas, debe tener un equipo de fútbol.
Ambos imponen la velocidad, la potencia, el pase preciso, la calma y el temperamento en el campo de juego.
Solo así se explica el empate ante Uruguay y la victoria sobre México que justamente nos permiten, pese a la derrota, pasar a los cuartos de final de la Copa América Argentina 2011.
Quienes reemplazaron a los ídolos de la afición peruana, no lograron compensar su ausencia justificada por razones estratégicas.
Guerrero y Vargas, así como Acasiete y Cruzado tienen tarjeta amarilla y hacerlos participar ayer hacía peligrar su presencia en el siguiente encuentro en caso de mostrarles otra.
Otra de las enseñanzas es la obligación de practicar aún más los pases al compañero, pues son frecuentes las entregas del esférico al adversario.
Igualmente, eliminar el dribling por el cambio del balón al compañero desmarcado. Muchas jugadas han fracasado debido a esa deficiencia.
Por último, tener la convicción de disparar al arco sin temor. Varios goles hemos perdido por ese motivo.
Las derrotas siempre duelen. Mucho más si se producen cuando faltan segundos para concluir el match. Peor si es ante Chile. He ahí la razón de nuestra bronca…
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