La ONPE es el órgano rector de las elecciones en el Perú...
"Si se suprimen las mentiras de los
discursos políticos, solo quedan
discursos políticos, solo quedan
comas, puntos y etcéteras…”
(Anónimo)
En las décadas del setenta y ochenta, cuando la llamada música de la nueva ola alcanzó plenitud, hubo una canción que se hizo muy popular.
La interpretaba el dúo mixto argentino Pimpinela y se titulaba “Palabras”.
De manera personal, me agradaba muy poco. Pero, un día me propuse a escuchar la letra en forma detenida y terminé sonriendo.
Fidelidad extrema, nada de fiestas ni reuniones con los amigos, no beber licor, eso si mucho amor. Era para dudar de tanta sinceridad.
La joven, en edad casadera, se resistía creer en los abrumadores ofrecimientos de su pretendiente, diciéndole que eran solo eso: palabras.
Porque bien se sabe que, por lo general, una vez conseguido el objetivo, todo lo manifestado por los pretendientes, queda en el olvido.
La efervescencia entre los candidatos presidenciales, al congreso y el parlamento andino, que ofrecen hasta lo imposible por alcanzar el poder, nos hizo recordar el diálogo de los enamorados.
Terminar con los signos de pobreza, dar trabajo, aumentar los sueldos, revolucionar la educación, atención universal de salud y solución de todos nuestros problemas, son algunas de sus promesas.
Como si cada uno de los aspirantes fuera portador de la fórmula mágica para transformar el país, no cesan de hacer hasta el ridículo con tal que votemos por ellos.
Bailan, abrazan a la gente, caminan a su lado, se ponen en la cabeza lo que les regalan, simulan escuchar los reclamos y necesidades del pueblo, beben y comen lo que les alcanzan, se dejan tocar cualquier parte del cuerpo y hasta se arrodillan suplicantes.
¿Será sincera tanta generosidad…? Claro que no. Pues la mayoría, por no decir todos, una vez que consiguen lo que buscan, olvidan lo que dijeron y a las personas que conocieron.
Pruebas al respecto hay innumerables. Los elegidos jamás irán a los mercados, volverán a tomar desayuno con los niños discapacitados, visitarán clubes de madres, ni dialogarán con los ciudadanos como ahora. En síntesis, no los veremos nunca más.
Ellos seguirán defendiendo sus propios intereses a espaldas del pueblo que los eligió. Empezando por sus sueldos, la defensa de la reelección, su oposición a la renovación por tercios y la bicameralidad.
Y la mayoría de sus promesas quedarán, como la vieja melodía. Solo en palabras vacías lanzadas al viento.
Los candidatos deben mortificarse por la manera de calificarlos. Sin embargo, es la dura realidad. Ojalá nos equivoquemos.
De todas maneras, a partir del 28 de julio tienen la gran oportunidad de demostrar lo contrario….
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