Tradicional fachada del diario La Industria, donde me inicié en el periodismo hace más de medio siglo. Allí conocí a Félix Álvarez Sánchez, nuestro recordado FRAS...
Lo conocí hace poco más de medio siglo. Fue cuando el director del diario La Industria me convocó para formar parte de la plana principal de redactores del vice decano de la prensa nacional.
Corrían los primeros meses del año 1962. Daniel Gordillo Jara, el director de entonces, me invitó a su oficina. Quería hablar conmigo. Aún era estudiante de letras de la Universidad Nacional de Trujillo.
Previamente había autorizado la publicación de varias colaboraciones mías. Hasta entonces, me desempeñaba como corrector de pruebas.
Ya en la sala de redacción me presentó a mis nuevos compañeros de trabajo. Entre ellos, estaba Félix Álvarez Sánchez.
FRAS, seudónimo con el que escribía, era el jefe de la página de provincias, asesoraba las páginas especiales y el suplemento dominical.
En esa lejana época, La Industria se trabajaba a base de tipos y linotipo. La impresión se hacía en una antigua rotaplana que, pese a los años, lanzaba el periódico doblado y compaginado. Listo para la venta.
Félix, era una personal original. Risueño, sincero y muy bueno. Mi esposa, quien también trabajó en la empresa y lo conoció, sostiene que “tenía el corazón de un niño”.
Y era cierto. Sus palabras y reacciones ante situaciones adversas traslucían la nobleza de su espíritu y gran calidad humana.
Además de sus obligaciones en la edición diaria del periódico escribía, con una singular gracia, la columna “Ayer, hoy y mañana”
Era una de las secciones más populares y leídas de La Industria, caracterizada siempre por ser una publicación seria.
Dentro del trajinar periodístico, incluyó las caricaturas de los personajes notables de la ciudad, plasmadas por el lápiz de Manlio Holguín Gómez.
Con el transcurrir del tiempo, Álvarez fue nombrado jefe de redacción y, más tarde, en la década del noventa, desempeñó la dirección.
FRAS era muy amigo de los trabajadores de todas las secciones de la empresa.
Retirado al cumplir su tiempo oficial de servicios, nos dimos tiempo para dialogar varas veces al encontrarnos en el centro de la ciudad.
Hace unos días, aunque un poco tarde, a través del correo electrónico me enteré de su deceso.
No pude estar con él la tarde de su adiós definitivo. Te pido disculpas por mi ausencia FRAS. Tú sabes que solo es un momentáneo: ¡Hasta siempre…!
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