Ciro Castillo Rojo, encontró el cuerpo de su hijo seis meses después de intensa búsqueda...
Está comprobado. La experiencia diaria nos brinda lecciones dignas de aprender, recordarlas para siempre y tratar de aplicarlas en nuestra vida.
Como aquellas que nos ofrecieron dos progenitores a quienes hoy evocamos con especial aprecio y rendimos un sincero reconocimiento en el Día del Padre.
Son Ciro Castillo Rojo, papá del joven del mismo nombre y apellido perdido en el valle del Colca y Dionisio Vilca, del policía César Vilca, extraviado en la peligrosa zona del VRAE.
El primero, médico de profesión, solicitó licencia en su centro de trabajo para internarse en las montañas de Arequipa e ir en busca de su hijo universitario.
Ciro había salido, acompañado de su enamorada Rosario, a recorrer el hermoso y, a la vez, inhóspito paraje.
Por razones que aún son materia de investigación, luego de unos días, desapareció.
Rescatistas hallaron solo a su amiga quien, desde el primer momento, obvió dar referencia exacta sobre el lugar donde dejaron de verse.
El galeno Ciro Castillo decidió, entonces, indagar sobre su destino por si solo. Afrontando los riesgos y exponiendo su vida.
Gritaba su nombre, a todo pulmón, desde el amanecer hasta caer la noche. La única respuesta era apenas el encajonado sonido del eco.
Luego de seis largos meses de penurias y sacrificio, Ciro Castillo halló el cadáver de su descendiente. Así, recién pudo darle cristiana sepultura.
Por su parte, Dionisio Vilca se dispuso averiguar sobre su hijo de veintidós años, quien había quedado aislado frente al fuego enemigo en una incursión anti-narcoterrorista.
Al constatar que el llamado para emprender la búsqueda no fue escuchado, se internó por su propia cuenta en lo enmarañado de la selva.
Después de un agotador recorrido, descubrió su cuerpo mutilado. Sin poder contener las lágrimas, se llenó de fortaleza para levantarlo sobre sus hombros y conducirlo hasta el primer centro poblado.
Por esas cosas del destino, tanto Ciro como César, en un momento crucial de su existencia, volvieron a los brazos de quien les dio la vida. Como cuando eran niños.
La entrega, valentía sin límites e infinito amor por sus hijos, de Ciro y Dionisio, los elevan sobre el común de las personas.
Ambos, representan un modelo digno de valorar e imitar hoy y siempre ¡Que Dios los bendiga…!
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