“Todos pueden hablar o escribir,
que no es lo mismo que todos
pueden ser periodistas…”
(Mario Toscón)
Dictaba una clase de la especialidad en una de las vetustas aulas del Instituto Superior de Periodismo y Relaciones Públicas “Carlos E. Uceda Meza”, cuando un alumno preguntó:
-- Profesor: ¿Los periodistas deben aplaudir…?
Respondí que, en mérito al principio de imparcialidad que identifica a los hombres de prensa, debían eximirse de hacerlo.
Contrariado, el joven replicó:
-- Es que a veces he observado a varios periodistas de la tribuna de prensa del estadio aplaudir cuando se convierte un gol.
-- Esa actitud es incorrecta y no corresponde al comportamiento de un periodista, respondí.
Claro que no es fácil, porque no podríamos prohibir que simpatice con los colores de algún equipo, pero no debe exteriorizarse en público. Mucho menos en sus artículos u opiniones.
El criterio periodístico adoptado en el deporte tiene la misma aplicación en la política y en todas las actividades del ser humano que sean motivo de una noticia.
Porque imparcialidad significa ser justo y equilibrado. Alejado de todo prejuicio. Ser neutral es mantenerse en un punto medio frente las declaraciones de una persona o un suceso.
Ser objetivo y realista en el momento de informar y jamás confundir los hechos con rumores u opiniones particulares.
Por la misma razón, los periodistas tampoco aplauden en las conferencias de prensa o ceremonias, según la definición clásica.
En tal sentido, algunos autores sostienen que el periodista asume el reto de formar a los ciudadanos libres dentro del sistema democrático.
Eso exige compromiso, responsabilidad, ética y rectitud.
Imparcialidad y objetividad son dos concepciones fundamentales e ineludibles en el trabajo cotidiano de los periodistas.
La celebración del Día del Periodista fue un incentivó para efectuar este deslinde basado en la esencia misma de del periodismo profesional…